25 julio, 2012

Mi padre y las ganas de vivir.

Mi padre está viejo. Nació en el año 21. Está muy bien de salud, puede andar, pintar (era profesor de dibujo y pintura), comer de todo, leer. Pero le pican los ojos (síndrome de ojo seco) y le escuecen. Eso le amarga la vida. No hay colirio ni remedio que le alivie y siempre se está quejando de los ojos. Le decimos que a los 91 años es lo mínimo que se puede tener pero eso no le consuela.


Mi padre tiene un miedo terrible a morirse y es eso lo que le hace sufrir tanto con los ojos. Yo creo que es una especie de somatización de su miedo a la muerte que por fuerza sabe cercana.

A mi padre no le escuecen los ojos si está pintando muy concentrado y tampoco cuando hablas con él de sus cuadros y sus cosas. Al hombre le gusta como a todo el mundo que la gente se ocupe de sus cosas. Pero los hijos estamos pendientes de nuestra vida y no le hacemos mucho caso.

Hace dos semanas mi padre perdió prácticamente la visión del ojo derecho. El médico le ha explicado que se trata de una especie de infarto. El ojo deja de ser regado por la sangre y pierde la visión. No se puede hacer nada. Él solo en ocasiones puede recuperarse pero no le han dado muchas esperanzas.

Lo que quería contaros precisamente tiene que ver con la visión.

Hoy, mi mujer y yo íbamos a pasar con el coche justo por delante de la puerta de su casa cuando vimos a mi padre salir de ella. Nos acercábamos lentamente al semáforo y nos tocó parar de modo que podíamos verlo desde dentro del coche a cierta distancia sin que él nos viera a nosotros y pudimos observarlo el minuto y medio que tardaba en abrirse el semáforo.

De repente mi padre se paró en seco. Le dije a mi mujer “se ha olvidado algo”. Pero entonces vi dos chicas jóvenes con falda y brazos desnudos que caminaban en dirección contraria a la suya. Como me conozco y se que de tal palo tal astilla le dije a mi mujer “se ha parado para ver a esas dos”. Las chicas avanzaron tranquilas los metros que las separaban de mi padre que no eran muchos mientras mi padre apoyado en su bastón las esperaba mirándolas fijamente. Cuando pasaron a su lado fue volviendo lentamente todo el cuerpo junto con la cabeza hasta quedarse casi de espaldas mirándolas marcharse. Luego continuó su camino despacio aunque aún echó una echó una última mirada atrás.

Mi mujer se reía mucho. Y me hacía reír a mí.

Parece que aún sabe disfrutar las pequeñas alegrías de la vida. Y eso que solo tiene ya un ojo.




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8 comentarios:

  1. Sí señor¡


    Así hacía Juncal, el torero que protagonizó Paco Rabal. Un grande

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  2. Como decía el Don Juan de Gonzalo Suárez: solo pido q la muerte sea mujer.

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  3. Genio y figura. Espero llegar no a su edad pero sí a 10 años menos con esa actitud...

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  4. Solo temo a dos cosas:
    -A la hipertrofia de próstata y no poder mear (perdón). ¡Que incordio!
    -A perder vista y no poder admirar y disfrutar las hermosuras de este mundo.
    ¡Que depresión!

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  5. Theosarapo, Heptafon, cat, EStoy abrumado con tantos comentarios en una entrada. Creí que ya se habían olvidado de mi.

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  6. Carola De Min20/3/13, 19:19

    Como usted, yo también tengo un pariente muy anciano: mi abuela. Ella tiene 96 años y ha vivido una vida llena de emociones, dolores y alegrías. 96 años durante los cuales vio dos guerras, la reclusión en India de su marido, el nacimiento de cincos hijos y la muerte de su padres, de su marido y de sus hermanas. Y ahora, que no consigue andar ni hacer crucigrama, no puede aceptar que su vida esté encerrada en una triste rutina donde solo pocas veces puede salir a ver la luz del sol. Cuando voy a visitarla, su mirada avispada e inteligente me escruta como se quisiera escapar de su cuerpo en el que se siente entrampada. Es muy triste ver a una persona tan querida para uno, tan apagada. Pero, alguna vez, cuando mi padre trae conejo o cuando estamos todos reunidos para el almuerzo de Navidad, todos vemos un relampagueo de luz en su ojos. Es esto lo que la mantiene viva, el afecto de su familia.
    Yo no consigo verme en 80 años, porque no podría soportar todos los dolores de la vejez, todo lo que mi abuela esta pasando: perder la belleza, la capacidad de andar y también de lavarse sola me asusta, pero también me da le fuerza de ayudar a mi abuela y, alguna vez, también de hacerla sentir joven pidiéndole que me cuente episodios de su fantástica y larga vida.

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  7. Carola, hoy no puedo responderte pero mañana seguro que te respondo. Gracias por tu comentario.

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  8. Carola, tu castellano es muy bueno. Ojalá yo pudiera escribir en inglés (que estoy estudiando) tan bien como tú escribes en español. Me produce admiración que una chica italiana pueda escribir perfectamente en una lengua que no es la suya.

    Únicamente te quería corregir una cosa: donde tú dices “escapar de su cuerpo en el que se siente entrampada”, un español diría “escapar de su cuerpo en el que se siente atrapada”. Es más común usar el verbo “atrapar” en lugar del que tú usas.

    Creo que llevas mucha razón cuando dices que a tu abuela la mantiene viva el cariño de su familia. Hoy en día se sabe que la mente y el cuerpo están muy relacionadas y que las ganas de vivir son muy importantes para que el cuerpo siga funcionando.

    Actualmente vivimos en un mundo utilitarista, en el cual todo tiene que ser útil para algo. Los viejos no sirven ni son útiles para nada. Por eso es admirable que tú no te dejes dominar por esa mentalidad vigente y aún sigas queriendo a tu abuela y prestándole atención.

    También yo me pregunto si yo seré capaz de aguantar los dolores de la vejez. Te diré una cosa, creo que si somos capaces de ayudar y acompañar a nuestros viejos en sus últimos años esto nos ayudará a aceptar mejor nuestra vejez que si ahora nos olvidamos o los despreciamos.

    Si hoy despreciamos a nuestros viejos, un día, cuando seamos viejos nosotros, nos sentiremos también despreciables.
    Gracias por tu comentario.

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