MARCOS 1.1
“Vísteme despacio, que tengo prisa”, le decía un rey a su criado. Las prisas te hacen cometer errores que suponen más tiempo del que pretenden ahorrar.
He descubierto que o mato la prisa o esta me matará a mi. No estoy dispuesto a morir aún, si puedo evitarlo.
Sufro una ansiedad que me está haciendo daño. No soy capaz de esperar el tiempo natural que requiere cada asunto. No soporto esos espacios vacíos, de los que la vida está llena, entre querer tener algo y conseguirlo. Os pongo un ejemplo: tengo asumido que el viaje a mi trabajo requiere un tiempo de coche. ¿Pero qué os parece que me desesperen los minutos en que abro y cierro la puerta del garaje? Pienso: Ya he llegado… ¿No habría de estar YA ante el ordenador mirando el correo? Y cuando termino de cerrarla me echo una carrerilla hasta casa. Y en ocasiones hasta subo escaleras arriba corriendo por no esperar el ascensor.
Una de las falsas creencias que he de desterrar es que ahorro tiempo yendo deprisa a todas partes. ¿Cuántas veces tengo que introducir la contraseña al mirar el correo porque la escribo incorrectamente? Es muy raro si acierto a la primera. Hacerlo más despacio sería más eficaz. Pero tengo ya un hábito tan arraigado...
Nuevo mantra para toda la semana: La prisa me hace perder tiempo.
¿Cómo contaros cuando bajé a Arenas volando desde nuestra casa a cargarle el móvil a mi hijo a un cajero y lo que me cargué fue el tobillo izquierdo? Ahora sé que no es seguro correr con sandalias de agua, sobre todo si no te has tomado el tiempo de abrocharlas bien. ¿Cuántos días pasé inmovilizado con un esguince por querer ir y volver inmediatamente a seguir charlando con unos vecinos con los que estábamos Pilar y yo tomando un aperitivo en casa? ¿Cuántas horas me costó en aquel centro de rehabilitación al que iba a conectarme a una maquinita para que le dieran no se qué corrientes a mi tobillo? Aunque ahora que recuerdo a la enfermera del masaje manual tras cada sesión dudo sobre aquello era perder el tiempo o ganarlo.
Lo peor es el trato con los demás. Las prisas me hacen ser brusco, y esa energía termina siendo agresividad que se vuelve en mi contra con toda la razón. Últimamente he tenido problemas con los alumnos y con los compañeros. Una dificultad pequeña que podría solucionarse con paciencia, que sólo requiere tomarse los minutos naturales para resolverla, se convierte en mayor si quiero acabar con ella en un instante airado.
Voy a cambiar. A Dios pongo por testigo…
¿Os acordáis de Marcos 2.0? La fórmula la introdujo mi cuñado Jesús en uno de sus comentarios. El cambio del que hablaba allí tiene mucho que ver con este.
He bajado el listón. No es muy realista. El objetivo final ha de ser tan ambicioso como ese pero de momento voy a conformarme con algo más humilde. Marcos 1.1.
Pienso comenzar por no ir corriendo a todas partes. A no ser que realmente tenga un motivo voy a acostumbrarme a andar más despacio. Y a respirar hondo. Si lo consiguiera sería un modo de ir tomando conciencia paulatinamente, en muchos momentos del día, de que las cosas requieren su tiempo y que no es malo ir despacio. Muchas veces es la única manera de llegar.
He descubierto que o mato la prisa o esta me matará a mi. No estoy dispuesto a morir aún, si puedo evitarlo.
Sufro una ansiedad que me está haciendo daño. No soy capaz de esperar el tiempo natural que requiere cada asunto. No soporto esos espacios vacíos, de los que la vida está llena, entre querer tener algo y conseguirlo. Os pongo un ejemplo: tengo asumido que el viaje a mi trabajo requiere un tiempo de coche. ¿Pero qué os parece que me desesperen los minutos en que abro y cierro la puerta del garaje? Pienso: Ya he llegado… ¿No habría de estar YA ante el ordenador mirando el correo? Y cuando termino de cerrarla me echo una carrerilla hasta casa. Y en ocasiones hasta subo escaleras arriba corriendo por no esperar el ascensor.
Una de las falsas creencias que he de desterrar es que ahorro tiempo yendo deprisa a todas partes. ¿Cuántas veces tengo que introducir la contraseña al mirar el correo porque la escribo incorrectamente? Es muy raro si acierto a la primera. Hacerlo más despacio sería más eficaz. Pero tengo ya un hábito tan arraigado...
Nuevo mantra para toda la semana: La prisa me hace perder tiempo.
¿Cómo contaros cuando bajé a Arenas volando desde nuestra casa a cargarle el móvil a mi hijo a un cajero y lo que me cargué fue el tobillo izquierdo? Ahora sé que no es seguro correr con sandalias de agua, sobre todo si no te has tomado el tiempo de abrocharlas bien. ¿Cuántos días pasé inmovilizado con un esguince por querer ir y volver inmediatamente a seguir charlando con unos vecinos con los que estábamos Pilar y yo tomando un aperitivo en casa? ¿Cuántas horas me costó en aquel centro de rehabilitación al que iba a conectarme a una maquinita para que le dieran no se qué corrientes a mi tobillo? Aunque ahora que recuerdo a la enfermera del masaje manual tras cada sesión dudo sobre aquello era perder el tiempo o ganarlo.
Lo peor es el trato con los demás. Las prisas me hacen ser brusco, y esa energía termina siendo agresividad que se vuelve en mi contra con toda la razón. Últimamente he tenido problemas con los alumnos y con los compañeros. Una dificultad pequeña que podría solucionarse con paciencia, que sólo requiere tomarse los minutos naturales para resolverla, se convierte en mayor si quiero acabar con ella en un instante airado.
Voy a cambiar. A Dios pongo por testigo…
¿Os acordáis de Marcos 2.0? La fórmula la introdujo mi cuñado Jesús en uno de sus comentarios. El cambio del que hablaba allí tiene mucho que ver con este.
He bajado el listón. No es muy realista. El objetivo final ha de ser tan ambicioso como ese pero de momento voy a conformarme con algo más humilde. Marcos 1.1.
Pienso comenzar por no ir corriendo a todas partes. A no ser que realmente tenga un motivo voy a acostumbrarme a andar más despacio. Y a respirar hondo. Si lo consiguiera sería un modo de ir tomando conciencia paulatinamente, en muchos momentos del día, de que las cosas requieren su tiempo y que no es malo ir despacio. Muchas veces es la única manera de llegar.
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PD. Esto puede parecer una entrada para recomendar prudencia a los conductores en el puente de Semana Santa. No es mi problema. Cuando comencé a conducir, a los treinta, tomé conciencia de que un tipo tan nervioso no debía correr. Además durante el primer año cumplí a rajatabla la norma de que los principiantes no deben superar los 90 Kms/hora y habituándome a eso me fue fácil no excederme en los años siguientes. Distinto son las travesías. Dos multas me han puesto ya por ese motivo. Nuevo propósito. A partir de ahora cualquier pueblo a cincuenta. Y mientras a respirar hondo, que es muy sano.
PD. Esto puede parecer una entrada para recomendar prudencia a los conductores en el puente de Semana Santa. No es mi problema. Cuando comencé a conducir, a los treinta, tomé conciencia de que un tipo tan nervioso no debía correr. Además durante el primer año cumplí a rajatabla la norma de que los principiantes no deben superar los 90 Kms/hora y habituándome a eso me fue fácil no excederme en los años siguientes. Distinto son las travesías. Dos multas me han puesto ya por ese motivo. Nuevo propósito. A partir de ahora cualquier pueblo a cincuenta. Y mientras a respirar hondo, que es muy sano.
Lo de subir las escaleras en vez de esperar al ascensor está bien en todo caso, te mantienes activo y ahorras energía. Pero eso sí, subiendo sin prisas, claro.
ResponderEliminarUn consejo: no vivas en Madrid.
ResponderEliminarPues yo tengo la sensación de ser un portento ganando tiempo en esos "espacios vacíos", en esas situaciones de transición. Y además meticuloso hasta la manía: llevo las llaves en la mano mucho antes de llegar a la puerta e incluso compruebo que los dientes de la llave están orientados según la cerradura para no tener que rectificar al llegar.
ResponderEliminarY no sufro ansiedad ni esguinces por ello. Pero, eso sí, luego si repaso el tiempo perdido en los los "espacios llenos" compruebo que sería mejor el "esfuerzo aprovechador de tiempo" que el "esfuerzo ahorrador". Saber ahorrar y no disfrutar del ahorro. Un pan como unas hostias.
Elías, también yo voy con las llaves colocadas antes de llegar a la puerta.
ResponderEliminarY también soy un experto en perder el tiempo en los ratos en los que tienes tiempo para ti.
Parecemos hermanos.
quercus, no sé si seré capaz de subir las escaleras sin prisa. Siempre las subo de dos en dos. Como poco.
ResponderEliminarHeptafon, supongo que el ambiente en el que vives influye. He estado tres días en Arenas de S. Pedro y es cierto que el ritmo de un pueblo con mucho verde transmite tranquilidad, sin embargo hay muchos planteamientos que son puramente personales. ¿O no?