01 noviembre, 2014

Historias mínimas, más cine argentino.

Estamos en León y anoche vimos con nuestro disco duro “Historias mínimas”, otra película argentina.

Como su nombre indica son tres historias muy sencillas que se recrean en la humanidad de tres personas normales. A veces el arte consiste simplemente en eso: en reflejar un pedacito de vida con mucha fidelidad. Yo disfruto si la verosimilitud del guion y los actores me hace olvidar que es una película. Y si me acuerdo pienso: igualito que en la vida.

El nexo entre los tres personajes- una joven cateta con su bebé que va a la final en un concurso de la tele, un anciano en busca de su perro y un viajante enamorado de una clienta- es que viajan –todos ellos esperanzados- a San Julián, una ciudad importante en la zona. La película transcurre tranquila. Es muy importante en estas películas no impacientarte, si lo que quieres es que sucedan cosas y las cosas avancen deprisa estás perdido, arruinaste la película. Lo pasarás bien si estás dispuesto a hacerte amigo de los protagonistas y vivir con ellos anécdotas cotidianas durante hora y media.

La historia de amor está apenas apuntada pero es una delicia. Es ese insinuar, esas miradas sutiles, esa promesa de lo que puede llegar a ser lo que la hace delicada y hermosa.





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A veces, con independencia del guion, el disfrute consiste en que los actores calquen, claven, más que representarlos sean (más que representen) los personajes. Si no lo habéis visto, buscad en Youtube un corto que se llama “Pipas”. Dura cuatro minutos. Os haréis una idea de lo que quiero decir.

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