Historias mínimas, más cine argentino.
Estamos en León y anoche vimos con
nuestro disco duro “Historias mínimas”, otra película argentina.
Como su nombre indica son tres
historias muy sencillas que se recrean en la humanidad de tres personas
normales. A veces el arte consiste simplemente
en eso: en reflejar un pedacito de vida con mucha fidelidad. Yo disfruto si la
verosimilitud del guion y los actores me hace olvidar que es una película. Y si
me acuerdo pienso: igualito que en la vida.
El nexo entre los tres
personajes- una joven cateta con su bebé que va a la final en un concurso de la
tele, un anciano en busca de su perro y un viajante enamorado de una clienta-
es que viajan –todos ellos esperanzados- a San Julián, una ciudad importante en
la zona. La película transcurre tranquila. Es muy importante en estas películas
no impacientarte, si lo que quieres es que sucedan cosas y las cosas avancen deprisa
estás perdido, arruinaste la película. Lo pasarás bien si estás dispuesto a
hacerte amigo de los protagonistas y vivir con ellos anécdotas cotidianas
durante hora y media.
La historia de amor está apenas
apuntada pero es una delicia. Es ese insinuar, esas miradas sutiles, esa
promesa de lo que puede llegar a ser lo que la hace delicada y hermosa.
…………….
A veces, con independencia del
guion, el disfrute consiste en que los actores calquen, claven, más que representarlos sean (más que
representen) los personajes. Si no lo habéis visto, buscad en Youtube un corto
que se llama “Pipas”. Dura cuatro minutos. Os haréis una idea de lo que quiero
decir.
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