07 julio, 2014

Pareja.

Quise publicar esto en el blog hace muchos años pero la cercanía de los hechos y el deseo de que no llegara noticia a los implicados me impidió hacerlo. O lo publiqué y enseguida lo retiré. 

El viernes cuando paseaba por el pueblo donde doy clase, durante una hora que tenía libre vi a unos alumnos que se habían pirado. Ellos no me vieron. Soy su tutor y debía haber avisado por teléfono a sus padres. Son una pareja de enamorados. Hace una semana hablé con ellos en privado en la hora de tutoría. Se han sentado juntos durante todo el trimestre anterior y lo han perdido completamente. Les recriminaba que charlaban mucho y no atendían a los profesores, que no podían seguir así, que sería mejor para ellos sentarse separados. Ellos me explicaron que son de pueblos distintos y sólo se ven durante las horas de clase y en el recreo. Me enternecí. Les dije que su conducta tenía que cambiar y ellos se comprometieron a comportarse mejor. Quedé en hablar con ellos más adelante para revisar si habían mejorado.


Ayer, los pillé a la hora en la que se habían pirado. Era el viernes y me quedaban aún dos clases. No tenía tiempo material de avisar a los padres. Qué duro es ser quien no quieres ser. Pero un profesor debe estar en su lugar. No soy buen profesor poniéndome en su lugar sino sabiendo estar en el mío. ¿o no? ¿Me gustaría que el tutor de mi hija no me avisara si se pirara de clase?


He buscado y he encontrado unos versos que mi padre me recitó hace muchos años. Son de Ricardo Molina.



Mis padres me reñían a la hora del almuerzo.

Me decían que iba a perder todo el curso,
pero yo soportaba sus riñas en silencio
y ellos seguían hablando, amargos, del futuro.

Yo me decía mientras: «¿Qué importan los amigos,
qué importa el porvenir, los padres, los estudios,
si las tardes de mayo son tan claras y bellas
y te amo, amor mío, más que a nadie en el mundo?

¿Qué importan estas cosas si me estás esperando
en el vasto pinar, al borde del camino,
y tus ojos son verdes como las hojas verdes
y tu aliento fragante lo mismo que el tomillo?


El lunes no puedo aseguraros si llamaré a sus padres o no. Supongo que sí.

Y de lo que estoy seguro es que nadie ha hecho unos versos para explicar lo que yo siento.

2 comentarios:

  1. ¿Y al final llamaste a sus padres?

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  2. Ellos siempre tienen la razón y, en este mundo, también las de perder, y, !qué hermoso poema!

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