Pareja.
Quise publicar esto en el blog hace muchos años pero la cercanía de los
hechos y el deseo de que no llegara noticia a los implicados me impidió
hacerlo. O lo publiqué y enseguida lo retiré.
El viernes cuando paseaba por el pueblo donde doy clase, durante una hora
que tenía libre vi a unos alumnos que se habían pirado. Ellos no me vieron. Soy
su tutor y debía haber avisado por teléfono a sus padres. Son una pareja de
enamorados. Hace una semana hablé con ellos en privado en la hora de tutoría.
Se han sentado juntos durante todo el trimestre anterior y lo han perdido
completamente. Les recriminaba que charlaban mucho y no atendían a los
profesores, que no podían seguir así, que sería mejor para ellos sentarse
separados. Ellos me explicaron que son de pueblos distintos y sólo se ven
durante las horas de clase y en el recreo. Me enternecí. Les dije que su
conducta tenía que cambiar y ellos se comprometieron a comportarse mejor. Quedé
en hablar con ellos más adelante para revisar si habían mejorado.
Ayer, los pillé a la hora en la que se habían pirado. Era el viernes y me
quedaban aún dos clases. No tenía tiempo material de avisar a los padres. Qué
duro es ser quien no quieres ser. Pero un profesor debe estar en su lugar. No
soy buen profesor poniéndome en su lugar sino sabiendo estar en el mío. ¿o no?
¿Me gustaría que el tutor de mi hija no me avisara si se pirara de clase?
He buscado y he encontrado unos versos que mi padre me recitó hace muchos
años. Son de Ricardo Molina.
Mis padres me reñían a la hora del almuerzo.
Me decían que iba a perder todo el curso,
pero yo soportaba sus riñas en silencio
y ellos seguían hablando, amargos, del futuro.
Yo me decía mientras: «¿Qué importan los amigos,
qué importa el porvenir, los padres, los estudios,
si las tardes de mayo son tan claras y bellas
y te amo, amor mío, más que a nadie en el mundo?
¿Qué importan estas cosas si me estás esperando
en el vasto pinar, al borde del camino,
y tus ojos son verdes como las hojas verdes
y tu aliento fragante lo mismo que el tomillo?
El lunes no puedo aseguraros si llamaré a sus padres o no. Supongo que sí.
Y de lo que estoy seguro es que nadie ha hecho unos versos para explicar lo que
yo siento.
¿Y al final llamaste a sus padres?
ResponderEliminarEllos siempre tienen la razón y, en este mundo, también las de perder, y, !qué hermoso poema!
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