El apetito de mi padre.
Mi padre atravesó una temporada en la que decía que él comía porque se forzaba a sí mismo, pero que realmente no le
apetecía comer. Mi hermano médico explicó que no había que preocuparse mientras
no perdiera peso, y lo cierto es que no perdía.
Poco a poco empezamos a tomarnos a broma su poco apetito.
Las comidas transcurrían de la siguiente manera. - No me pongas mucho puré que no tengo gana.
Y al rato le ofrecías un poco más y aceptaba.
Con cierto desdén se tomaba también el segundo plato. Y
luego…
-
Tomaré solo medio plátano.
Y pasados unos minutos decía:
-
Bueno, pásame el otro medio.
Y tras tomarse un yogur aún preguntaba:
- ¿quedó de ayer carne de membrillo?
Mi hermano dio con la descripción perfecta.
Mi padre es “un inapetente de café copa y puro”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario