24 noviembre, 2013

REMORDIMIENTO.


A veces siento remordimiento cuando pasado mucho tiempo desde que conozco a un alumno no me sé su nombre

La vida es injusta pues enseguida aprendemos los nombres de aquellos muy malos o muy buenos. Si un alumno da guerra, pronto es conocido por todos los profesores; incluso por alguno que no le dan clase, si incordia muchísimo.

Cuando un alumno es anodino y no habla con los compañeros durante las clases y no molesta y no es ni guapo ni feo, ni listo ni corto… tiene muchas posibilidades de que tarde mucho en aprenderme su nombre.  Y me temo que a aquellos compañeros a los que les pase como a mí, le sucederá…  -para rematar la injusticia-  ¡¡con los mismos alumnos!!
 
Cuando advierto esto, intento remediarlo  en clase, nombrándolo a él expresamente  varias veces con cualquier excusa, para hacer patente que me sé su nombre.
 
Pero a veces es un aprendizaje pasajero, porque a las pocas semanas, como el chico pasa desapercibido nuevamente, advierto que lo olvidé.

Lo que es peor es que creo que esto puede tener consecuencias en el aprendizaje de mi asignatura. La sintonía que se establece entre profesor y alumno favorece o dificulta su estudio. Si el profesor no sabe quién eres, tienes un motivo para no estudiar su asignatura. Aunque quizás tengas otros para hacerlo.



Yo, muchos años, a principio de curso, me estudio los nombres de los alumnos en casa, con las fotos. Este año he hecho muchas cosas bien a principio de curso, pero esa no ha sido una.

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