Padres que mal educan
VERSIÓN ABREVIADA PARA EL QUE TENGA POCO TIEMPO.
Pillo a una alumna copiando. Más tarde me llama el director
porque está allí su madre negando los hechos. Entre otras cosas dice: “Si yo no
tuviera la seguridad de que mi hija se sabía el examen no vendría aquí a
ponerle a usted la cara colorada.“ La que copia es ella pero el que se supone
que lo ha hecho mal y debe avergonzarse soy yo porque no tengo pruebas
irrefutables de que estaba copiando. Paso la tarde fastidiado. Y el día
siguiente.
VERSIÓN LARGA que aporta un poco más.
Cojo a una alumna copiando en el examen. La veo mirando, en
repetidas ocasiones, dentro de la mochila que tiene abierta en el suelo, con
los apuntes dentro. Le retiro el examen y ella se queja tímidamente negando la
acusación. Le digo que copiaba de la mochila pero no saco de la mochila los
apuntes ni se los refroto por la cara. Le digo que si no está de acuerdo que
vaya al jefe de estudios a contárselo. Se queda en su sitio el resto de la
hora. Luego habla en voz baja con la amiga cuando ya la amiga ha terminado su
examen. Llora en silencio. Viene al final del examen a saber qué consecuencias
tendrá su acción. Le digo que ya no podrá hacer el examen global, que a estas
alturas voy a suspenderle el curso. Y entonces se enfada y dice que va a
quejarse al jefe de estudios.
Doy mi última clase y me marcho. Cuando estoy tranquilamente
en el bar de mi calle tomándome la caña, ese día terminaba pronto las clases,
me llama el director. Que están en su despacho madre e hija, que si por favor
puedo ir a hablar con ellas.
El careo entre la niña y yo delante del director me produce
violencia. Aunque le explico con contundencia mis razones le ofrezco la
posibilidad de que haga el examen global. Suspender va a suspender igual porque
sabe muy poco. A ella tampoco le gusta la solución porque se sabe muy mal la
asignatura –querría que le tuvieran en cuenta el examen que le quité.
Presionada por el director y por su madre se resigna a ir al global.
En la prueba saca menos de un cuatro. Son preguntas que se
corrigen muy objetivamente porque los alumnos tenían preguntas y respuestas en
sus apuntes. Si la madre viniera a reclamar no tendría donde agarrarse. Aún así
me pienso mucho tiempo si suspenderla. Ya se me ha pasado el enfado, ya no
tengo deseo de venganza. La psicología conmigo es una maría y el año pasado
solo suspendí a una persona que dejó de venir a mediados de curso. Antes de que
la niña copiara ya le pensaba regalar el aprobado. ¿Por qué no hacerlo ahora?
Además me fastidia la posibilidad de que la madre vuelva a la carga. Que me
acuse de querer vengarme. Para mí no es suficiente con llevar razón, eso no me
tranquiliza, el solo hecho de que alguien se enfrente y me diga que no la llevo
me produce tensión.
Cuando ya tengo decidido aprobarla se lo cuento a mi mujer.
Dice que tenía que suspenderla. Me lo
pienso de nuevo. ¿Cómo se decide algo? ¿Qué se hace para sopesar pros y contras
y determinar qué plato de la balanza tiene más peso?
Cambio de idea y la suspendo. La madre no viene a quejarse. La
suspenden un montón de profesores, creo que son cinco asignaturas contando la
mía.
…………………………
Me acuerdo de algo muy parecido que me sucedió con otro
alumno hace muchos años. Aquel también se quejó al Director después de copiar
en un parcial. Cuando pasado el tiempo, ya en confianza y en la cena de fin de
bachillerato, le pregunté que por qué se había quejado si en realidad había
copiado me dijo: no creía que sirviera de mucho pero… había que intentarlo.
Se tiran los exámenes al aire y los que caen en la mesa aprobados y los del suelo suspensos. Si la asignatura es una maria al revés: los de la mesa (pequeña) suspensos y los del suelo aprobados. ¿Pero dónde ha quedado el buen criterio de antes? ¿dónde están aquellos profesores con mala idea?
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