LA COMPASIÓN NO ALTRUISTA
VERSIÓN ABREVIADA PARA EL QUE TENGA POCO TIEMPO.
Mi madre tiene problemas graves de memoria. Mi suegra tiene
problemas severos de corazón y movilidad. Mi madre nombra mucho a mi suegra.
“Pobrecilla tu suegra”. Siente compasión y en ese sentimiento (además de
preocupación real por ella) creo notar una huida de su propia vejez. Mientras
es ella la que se apiada de los males ajenos no son sus propios males los
dignos de compasión.
VERSIÓN LARGA que aporta poco más.
Los buenos sentimientos tienen mala prensa hoy en día.
Desconfiamos de todo el mundo y nuestro colmillo retorcido nos hace pensar que
cualquier apariencia de altruismo no es sino egoísmo escondido. Al menos es lo
que me pasa a mí. La compasión por ejemplo.
Mi madre se acuerda a todas horas de mi suegra. La madre de
mi mujer está débil del corazón y cada vez le cuesta más andar, hace pocos
meses los hijos han tenido que ponerle una señora interna en casa para que
limpie, cocine y la cuide a todas horas.
Mi madre tiene dos grandes problemas: casi no ve y se le
olvida todo. Le es imposible acordarse qué día de la semana es hoy, ya no sabe
hacer las cuentas del mercado, y si no la engañan con las vueltas es porque no
quieren.
Si me dieran a elegir para mí unos males u otros casi
preferiría ser mi suegra. Mi madre está muy mal de cabeza y mi suegra aunque no
puede andar no te cuenta lo mismo varias veces sin saber que lo repite.
Mi madre siempre ha sido una mujer generosa. Ella quiere
dar. A los hijos, al marido, a todo el mundo. Por eso el otro día fue a ver a
su consuegra y le llevó un helado.
Mi madre lo que menos desea del mundo es “necesitar
compasión”. Por eso, un modo de huir de ella es sentir compasión. Mientras dice
“pobrecilla esta mujer” no tiene que decir “pobre de mí”.
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