02 julio, 2013

LA COMPASIÓN NO ALTRUISTA

VERSIÓN ABREVIADA PARA EL QUE TENGA POCO TIEMPO.

Mi madre tiene problemas graves de memoria. Mi suegra tiene problemas severos de corazón y movilidad. Mi madre nombra mucho a mi suegra. “Pobrecilla tu suegra”. Siente compasión y en ese sentimiento (además de preocupación real por ella) creo notar una huida de su propia vejez. Mientras es ella la que se apiada de los males ajenos no son sus propios males los dignos de compasión.

VERSIÓN LARGA que aporta poco más.

Los buenos sentimientos tienen mala prensa hoy en día. Desconfiamos de todo el mundo y nuestro colmillo retorcido nos hace pensar que cualquier apariencia de altruismo no es sino egoísmo escondido. Al menos es lo que me pasa a mí. La compasión por ejemplo.

Mi madre se acuerda a todas horas de mi suegra. La madre de mi mujer está débil del corazón y cada vez le cuesta más andar, hace pocos meses los hijos han tenido que ponerle una señora interna en casa para que limpie, cocine y la cuide a todas horas.

Mi madre tiene dos grandes problemas: casi no ve y se le olvida todo. Le es imposible acordarse qué día de la semana es hoy, ya no sabe hacer las cuentas del mercado, y si no la engañan con las vueltas es porque no quieren.

Si me dieran a elegir para mí unos males u otros casi preferiría ser mi suegra. Mi madre está muy mal de cabeza y mi suegra aunque no puede andar no te cuenta lo mismo varias veces sin saber que lo repite.

Mi madre siempre ha sido una mujer generosa. Ella quiere dar. A los hijos, al marido, a todo el mundo. Por eso el otro día fue a ver a su consuegra y le llevó un helado.

Mi madre lo que menos desea del mundo es “necesitar compasión”. Por eso, un modo de huir de ella es sentir compasión. Mientras dice “pobrecilla esta mujer” no tiene que decir “pobre de mí”.

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