14 abril, 2012

¿ENFERMOS? Entrevista con un psiquiatra II.

No sé si lo conté ya pero este verano hablaba yo con un amigo médico y le contaba mi experiencia de la primavera pasada: que había llevado muy bien el final del segundo trimestre y un viaje con mi familia gracias al tranquilizante que había tomado durante quince días  por prescripción médica.
Le preguntaba si no me vendría a mi bien tomar tranquilizantes de vez en cuando, con más alegría.
Me explicaba que una cosa es tomar un tranquilizante algún día y otra es tomarlo habitualmente. Si esto era así lo que debía tomar era un antidepresivo.  Algo parecido me confirmaba mi hermano. Según parece son más adecuados para tratamientos largos. Pero luego añadía algo que te desanimaba. Aunque su hija los está tomando y creo que su madre ya anciana también decía algo así como necesitaba tomarlos alguien cuya vida era poco atractiva y tremendamente insatisfactoria.
La conclusión que yo sacaba era que si me animaba a pedirle antidepresivos a un médico estaba admitiendo que mi vida era triste, gris, poco interesante. Si no lo tomas no es garantía de tu vida sea buenísima, pero si lo tomas está claro que no lo es. ¿Comprendéis?
Pero volvamos a escuchar a Tobeña, el psiquiatra del post anterior:
“El peso de esta tradición será difícil de erradicar. (Se refiere a la tradición que considera que con las drogas somos menos libres.) El paradigma es Huxley: el mundo contemporáneo será un mundo de esclavos felices por las drogas, pero, en definitiva, súbditos menos libres que los antiguos, que no las usaban y que tenían que cultivar la dureza, la resistencia, el carácter, el temple, para aprovechar las buenas rachas e instruirse para hacerse fuertes en las malas. Y esto hace a los hombres libres de verdad. Los que lo resuelven a base de acudir a píldoras quizás piensan que son más libres, pero en definitiva son más esclavos. Pero este tipo de razonamiento falla cuando se aplica a la gente que sufre limitaciones severas y que ni siquiera tiene acceso al abanico de posibilidades que ofrece la vida.”
A ver si me aclaro. ¿Está Tobeña de acuerdo con el paradigma de Huxley o no? ¿El razonamiento de Huxley es bueno pero (UNICAMENTE) falla cuando lo aplicamos a esquizofrénicos y demás trastornos severos?
¿Yo puedo vivir con tranquilizantes o por el contrario “cultivar la dureza, la resistencia, el carácter, el temple, para aprovechar las buenas rachas e instruirme para hacerme fuertes en las malas”?
¿Entendéis cuál es mi problema? Creo entender que por un lado se me dice una cosa y por otra todo lo contrario.
Por casualidad me he encontrado estos días con un video sobre el Día Mundial del Síndrome de Down.  Desde el primer segundo un Down nos dice que “Tengo síndrome de Down… pero no estoy enfermo”.
Me lo explicó un día un alumno. La palabra “enfermo” tiene dos significados. Uno se supone que es médico. El otro es social y significa que “algo está mal” en la persona. Ambos significados están mezclados y uno tiñe al otro. Por esa razón los homosexuales huyen de esa palabra como de la peste y parece que ahora los Down también.
En realidad es algo parecido a lo que me pasa a mí. Quiero poder tomar “medicinas”, porque las necesito, y la vez quiero que me digan lo imposible: que no por eso soy más débil, o menos libre o menos resistente. En una palabra quiero lo absurdo: tomar medicinas pero no ser/estar enfermo.



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Mis problemas de ansiedad mejoran una barbaridad con las vacaciones. En Valencia me olvidaba de tomar la media pastilla de la comida. Y no pasaba nada. ¿Sabéis lo que significa que te olvidas de tomar la medicina? Que no notas la enfermedad.
Hoy, un nuevo paso. Olvidé tomar la de por la mañana. Por la mañana me acordaba SIEMPRE. No me había pasado nunca desde que empecé. Ni un solo día me olvidaba de que estaba ansioso. Tampoco hoy ha pasado nada sin tomarla por la mañana ni por la tarde. Tomo la de dormir, eso sí. Sigo enfermo pero mejoro paso a paso. Mañana por la mañana tomaré la dosis prescrita. No penséis que voy a desobedecer al médico, pero está claro que mejoro claramente.

1 comentario:

  1. Yo una vez, hace años, fui al psiquiatra y me mandó un antidepresivo. El primer día que lo tomé me sentó fatal, hasta el punto que me impedía hacer vida normal, me dio miedo y decidí dejar de tomarlo. Quizá el diagnóstico fue erróneo o quizá debería haber insistido con otras pastillas. Según el psiquiatra yo no era libre porque padecía una neurosis. Supongo que sigo padeciendola, aunque en un grado que no me limita para hacer una vida más o menos normal. Me acuerdo a veces de lo que me dijo cuando le communiqué que no iba a seguir el tratamiento, "así no vas a ser feliz, te vas a perder muchas cosas." Me he acostumbrado a vivir con mis miedos y mis limitaciones, en algunos aspectos he progresado pero me doy cuenta que efectivamente hay algo que falla en mi forma de ser, una inseguridad un poco patológica que me provoca cierta cuota de dolor. A veces he pensado en acudir a psicoterapia, pero me parece dificil encontrar a un profesional competente. Me siento como una planta que no crece con todo su vigor, que le falta un nutriente para desplegar todas sus ramas al aire, pero que con todo se mantiene con el tallo retorcido, curtido por las inclemencias. Quizá me he perdido, me estoy perdiendo cosas. No sé cuantas cosas, ni tampoco si de otra forma hubiera experimentado otras sensaciones que sí he vivido.

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