TARDE DE PRIVAMERA
Un día lluvioso como el de hoy quizá no vaya mucho algo que escribí este sábado, 5 de abril.
Hoy ha sido un precioso día de primavera.
Al lado de mi casa, está uno de los parques más amplios de Salamanca. Un amigo de infancia trabajó cogiendo fruta allí, cuando era una huerta de los curas, pero hace ya bastantes años que éstos llegaron a un acuerdo con el ayuntamiento socialista y la convirtieron en parque. El parque de los jesuitas, lo llaman.
Que el libro del Génesis situe el paraíso inicial en un jardín no es ningún capricho. No hay escenario más agradable. En el jardín la naturaleza está al servicio del hombre, acomodada a sus necesidades y preparada para serle amable. Fuentes con agua, hierba fresca, lugares para sentarse, sombra en verano...
Esta tarde el sol convirtió durante unas horas aquel lugar en un efímero paraíso. Yo, que el día anterior había perdido la tarde ante esta pantalla, no quise repetir el error.
Un montón de ecuatorianos juegan al voley en las canchas de la parte de abajo, mientras sus mujeres conversan e intercambian viandas que traen en tarteras y cestas. Algunos grupos de jóvenes entrenan en las canastas de baloncesto. Grupos de chicos y chicas miran a los que juegan mientras tontean entre ellos. Muchas madres acompañan a sus hijos pequeños a montar en bici o a pasar el tiempo en los columpios, otras pasean su carrito de bebé y charlan con las abuelas. El parque es amplio, describo el area de los niños, pero hay zonas más solitarias donde la gente lee, o toma el sol tumbado en la hierba, o hace footing o pasea. Hoy, el cambio de la hora, con el sol muy alto, permitía disfrutar la tarde completa.
No ha habido tiempo para que las chicas vistan sus ropas primaverales y la tarde soleada convertía en absurdos los colores oscuros y las botas altas que llevaban muchas. Alguna extranjera se quitó el jerséy y la camisa para poner al sol su escote y sus hombros.
Por primera vez llevé mi portátil y me senté en un banco a la sombra. No encontré la postura adecuada para escribir cómodo, de manera que me puse a leer el periódico. Se estaba bien. No hacía frío ni calor, los pájaros cantaban de vez en cuando y creo que también oí algún grillo. Una joven de rizos rubios leía en un banco próximo al tiempo que le enseñaba su espalda desnuda al sol. Supongo que el sol miraba. Yo también.
El jardín de los jesuitas es un lugar donde parece que todo el mundo fuera feliz. No hay enfermos, nadie sufre, no se ve gente trabajando, todos los que están allí disfrutan. Incluso los ancianos que se ven son personas sanas que aún pueden andar y dar su paseito a media tarde.
Cuando llegan estos días, lo sé por otros años, el curso se hace liviano. Como si caminara por una pendiente suave y cuesta abajo. Si tengo exámenes, voy unas horas y se corrigen casi solos viendo pasar a la gente dichosa. Muchas veces me arrepiento de haber pasado el rato delante del ordenador. Eso nunca me sucede cuando voy al parque.
Primera tarde de placidez primaveral. Espero que haya más.
Al lado de mi casa, está uno de los parques más amplios de Salamanca. Un amigo de infancia trabajó cogiendo fruta allí, cuando era una huerta de los curas, pero hace ya bastantes años que éstos llegaron a un acuerdo con el ayuntamiento socialista y la convirtieron en parque. El parque de los jesuitas, lo llaman.
Que el libro del Génesis situe el paraíso inicial en un jardín no es ningún capricho. No hay escenario más agradable. En el jardín la naturaleza está al servicio del hombre, acomodada a sus necesidades y preparada para serle amable. Fuentes con agua, hierba fresca, lugares para sentarse, sombra en verano...
Esta tarde el sol convirtió durante unas horas aquel lugar en un efímero paraíso. Yo, que el día anterior había perdido la tarde ante esta pantalla, no quise repetir el error.
Un montón de ecuatorianos juegan al voley en las canchas de la parte de abajo, mientras sus mujeres conversan e intercambian viandas que traen en tarteras y cestas. Algunos grupos de jóvenes entrenan en las canastas de baloncesto. Grupos de chicos y chicas miran a los que juegan mientras tontean entre ellos. Muchas madres acompañan a sus hijos pequeños a montar en bici o a pasar el tiempo en los columpios, otras pasean su carrito de bebé y charlan con las abuelas. El parque es amplio, describo el area de los niños, pero hay zonas más solitarias donde la gente lee, o toma el sol tumbado en la hierba, o hace footing o pasea. Hoy, el cambio de la hora, con el sol muy alto, permitía disfrutar la tarde completa.
No ha habido tiempo para que las chicas vistan sus ropas primaverales y la tarde soleada convertía en absurdos los colores oscuros y las botas altas que llevaban muchas. Alguna extranjera se quitó el jerséy y la camisa para poner al sol su escote y sus hombros.
Por primera vez llevé mi portátil y me senté en un banco a la sombra. No encontré la postura adecuada para escribir cómodo, de manera que me puse a leer el periódico. Se estaba bien. No hacía frío ni calor, los pájaros cantaban de vez en cuando y creo que también oí algún grillo. Una joven de rizos rubios leía en un banco próximo al tiempo que le enseñaba su espalda desnuda al sol. Supongo que el sol miraba. Yo también.
El jardín de los jesuitas es un lugar donde parece que todo el mundo fuera feliz. No hay enfermos, nadie sufre, no se ve gente trabajando, todos los que están allí disfrutan. Incluso los ancianos que se ven son personas sanas que aún pueden andar y dar su paseito a media tarde.
Cuando llegan estos días, lo sé por otros años, el curso se hace liviano. Como si caminara por una pendiente suave y cuesta abajo. Si tengo exámenes, voy unas horas y se corrigen casi solos viendo pasar a la gente dichosa. Muchas veces me arrepiento de haber pasado el rato delante del ordenador. Eso nunca me sucede cuando voy al parque.
Primera tarde de placidez primaveral. Espero que haya más.
¿Lo mejor de la vida?
ResponderEliminarHasta que no termina, ¡vete tú a saber!
Tener ilusiones ayuda. Lo decía el Registrador: mientras están con la casa y el jardín: felices; terminan y divorcio o muerte.
Patas que chirrían.
Es que los hay muy patosos y si tú dices que, por ejemplo, has estado en Casablanca, él, precisamente, llegó mucho más lejos: en pleno desierto del Sahara, lo menos. Y si tú a Oslo, él al Círculo Polar y si tú también pues él al Polo.
Una idea del amor que ha marcado mi vida.
Yo no sé ya muy bien quién era el autor de renombre al que leí unas variaciones sobre amor pasión, filial,… otros tantos de ellos. Estoy contigo en que un matrimonio serio marca la vida y esa (idea) es la única forma de que así sea: matrimonio en serio.
Tarde de primavera.
Hay que salir todos los días un rato (de media a tres cuartos de hora de paseo). Hoy he vuelto mojado de rodillas para abajo ¡Llueveeee!
Ya sé que no son trabajados mis comentarios pero hacen bulto y entrar y no decir ¡Hola Loia! … Cumplo.
Usted siempre es bienvenido, catarrino. Diga lo que diga.
ResponderEliminar¿pero tú no viváis por donde la Alamedilla?
ResponderEliminar¿Dónde están ese huerto de los jesuitas?
¿es la aldehuela?
Joder,tras alamedilla, aldehuela, lo siguiente que se me ocurre es farinato y loqué.
Loqué?
ResponderEliminarEl farinato es un embutido en forma de herradura.Su color es de un rojo anaranjado.Se elabora principalmente con miga de pan, manteca de cerdo, cebolla sazonados con sal, pimentón, comino, ajo, cebolla, anís en grano, aguardiente y un poco de aceite de oliva. Se come frito, frecuentemente con huevos fritos: con una o varias rebanadas de farinato frito, se rompe la yema del huevo frito y se mezcla, comiéndose así el farinato untado con la yema. Puede degustarse también a la plancha, extendido sobre una rebanada de pan recién tostado o en forma de bocadillo. También es común observar en los bares un pincho o tapa que consiste en un huevo de codorniz frito, sobre una tostada, con una rebanada de farinato frito encima, por el reducido tamaño de este tipo de huevos se ajusta perfectamente a una sola rebanada de farinato.
El farinato "pal" gato, la morcilla "pa" la gallina, el chorizo "pa" quien lo hizo, y el lomo yo me lo como.
Mezcla de Sarapo, Wikipedia y Loia ¡Asombrosa!
Canalejas es una calle larga (para Salamanca) en uno de los extremos está La Alamedilla, en el otro extremo está mi casa. Desde allí sale una carretera-calle que va hacía La Aldehuela. El parque de los jesuitas es paralelo a Canalejas, al otro lado de la vía del tren, según vas para La Aldehuela se abre una puerta a la izquierda.
ResponderEliminarEl farinato está bueno. Aunque yo no lo tomo mucho, y hace mucho que no lo tomo.
Probé el farinato por primera vez cuando lo compró Pipurrax y descubrió que no le gustaba. En esos tiempos, no se le hacían ascos a ningún nutriente suplementario fuese cual fuese. Peor el caso es que me gustó bastante ante el asombro del susodicho. Ahora puede hacer 15 años que no lo tomo. O más...
ResponderEliminarDe los parques de Madrid me gustan especialmente el campo del moro (detrás del palacio real) y el jardín botánico.
Loia, es que en nuestra época "pa" Laldegüela se iba poco. Recuerdo algún tristísimo Lunes de Aguas por ¿Camino de las Aguas? hacia eso que llamaban playa fluvial. Imaginación no faltaba, no.
ResponderEliminarSalamanca era un poco como la Valencia de Casale, un casco histórico que parecía inmarcesible y luego unas cuantas huertas alrededor.
Hepta, ¿Se dio alguna vuelta por El Capricho?
ResponderEliminarMuy lindo el Capricho aunque con demasiada gente, incluidas las parejas en traje de novios.
ResponderEliminarEl Juan Carlos I, que nada tiene que ver con los parques citados también tiene su aquel.
Yo el domingo estuve paseando por el Retiro (esperando una llamada de teléfono, ejem). Bonito lugar infestado de cientos de percusionistas hippies. Me extraña que el rey Alfonso no salga disparado con su caballo a un galope razonable.
ResponderEliminarTerreiro, lo de la llamada de teléfono (ejem) nos ha dejado intrigados.
ResponderEliminar¿algo relacionado con el trabajo?
¿un amigo?
¿Una mujer? ejem...
Un buen amigo.
ResponderEliminarLoia, Fer se refiere a una escopeta de feria; esas que fallan aunque se apunte con mucho cuidado y apoyándose. Vamos, que me tira un viaje ya que me tocaba pagar a mí. Usted perdone.
ResponderEliminar“El sosiego, el lugar apacible, la amenidad de los campos, la serenidad de los cielos, el murmurar de las fuentes, la quietud del espíritu son grande parte para que las musas más estériles se muestren fecundas y ofrezcan partos al mundo que le colmen de maravilla y de contento.”
ResponderEliminar¿Pues no es éste el jardín de los jesuitas? ¿ Qué no parirá en tan ameno lugar el ingenio de Loaiyirga? Qué es mejor: ¿la naturaleza o la técnica?; ¿las armas o las letras? ¿el campo o la ciudad? ¿la pantalla del ordenador o el jardín de los jesuitas? Se diría que, en la era de internet, aún tienen vigencia estas preguntas. Aunque tú, Loiayirga, pareces haber resuelto muy lindamente el problema: “¿naturaleza o técnica? ah , yo me cojo el portátil”; “¿campo o ciudad?, ah, no, no, Salamanca.
¡Ah! A propósito, yo también estuve paseando (ejem), mejor dicho, patinando (ejem, ejem) por el Retiro.
ResponderEliminarPues patinadores había un puñado.
ResponderEliminarRecuerdo uno rapado que con cara de gran esfuerzo desarrollaba una velocidad notable.
Si cayó y se rompió la muñeca, ese patinador era mi hermano...
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