DESEO
Hay hombres que cuando ven una mujer hermosa, la miran, la desean e inmediatamente siguen con lo que estaban haciendo. Sé que existen tipos así, porque los he visto, aunque para mí son gente sin sangre y seres de otro planeta.
Yo no. Cuando veo a una mujer hermosa, la miro, la deseo, resoplo, suspiro y luego me digo a mi mismo:
¡Caramba!
Uf.
Si no lo veo no lo creo.
Ay.
¿Será posible?
¡dios!
Tremendo.
¡Lo que hay que ver!
Impresionante.
¡Qué fuerte!
Y así un rato, hasta que se me pasa, que a veces tarda.
Hay otros tipos que no. Son tipos prácticos y hombres de acción. Si no les van a dejar tocar prefieren no mirar. Existe gente que donde pone el ojo pone la bala y como no van ir disparando a todos los blancos, se ahorran apuntar.
No soy así, tengo claro, porque así me lo ha dejado mi mujer, que “se mira pero no se toca”, por eso, dentro de los frailes, yo soy más bien de los de vida contemplativa. Del “ora et labora” siempre preferí el “ora”. Soy de los de clausura, encerrado dentro de mi mismo con mis pasiones. Eso sí, ya les digo, soy muy expresivo, si no lo digo reviento.
Dicen que los curas al hacer voto de castidad renuncian a las mujeres. Debería decirse que renuncian a “la mujer”, en singular. A las mujeres también he renunciado yo. ¿No te fastidia?
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Este post está dedicado al escote amplio, sudoroso y húmedo de Leonor Watling. La redondez de su pechos pone en jaque al estructuralismo, al marxismo, al positivismo, la ética discursiva de la Escuela de Frankfurt y por supuesto hace saltar por los aires el pensamiento debil de la postmodernidad.
Esa mujer es, ella solita, la negación de la metafísica, el ocaso la lírica y la muerte de la novela.
Yo no. Cuando veo a una mujer hermosa, la miro, la deseo, resoplo, suspiro y luego me digo a mi mismo:
¡Caramba!
Uf.
Si no lo veo no lo creo.
Ay.
¿Será posible?
¡dios!
Tremendo.
¡Lo que hay que ver!
Impresionante.
¡Qué fuerte!
Y así un rato, hasta que se me pasa, que a veces tarda.
Hay otros tipos que no. Son tipos prácticos y hombres de acción. Si no les van a dejar tocar prefieren no mirar. Existe gente que donde pone el ojo pone la bala y como no van ir disparando a todos los blancos, se ahorran apuntar.
No soy así, tengo claro, porque así me lo ha dejado mi mujer, que “se mira pero no se toca”, por eso, dentro de los frailes, yo soy más bien de los de vida contemplativa. Del “ora et labora” siempre preferí el “ora”. Soy de los de clausura, encerrado dentro de mi mismo con mis pasiones. Eso sí, ya les digo, soy muy expresivo, si no lo digo reviento.
Dicen que los curas al hacer voto de castidad renuncian a las mujeres. Debería decirse que renuncian a “la mujer”, en singular. A las mujeres también he renunciado yo. ¿No te fastidia?
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Este post está dedicado al escote amplio, sudoroso y húmedo de Leonor Watling. La redondez de su pechos pone en jaque al estructuralismo, al marxismo, al positivismo, la ética discursiva de la Escuela de Frankfurt y por supuesto hace saltar por los aires el pensamiento debil de la postmodernidad.
Esa mujer es, ella solita, la negación de la metafísica, el ocaso la lírica y la muerte de la novela.
Es mona.
ResponderEliminarSí, bueno, no está mal.
ResponderEliminarBueno, bueno (ahora que no nos leen las hermanas García ;-), al lado de Elsa Pataki o de Pilar Rubio (para el que no la conozca ver en La Sexta el programa "Se lo que hicísteis...", los martes a las 22:00h, aunque ella sale sólo un ratito en un reportaje), Leonor Watling no llega muy allá...
ResponderEliminarUna imagen vale más que mil palabras:
http://eresungeek.com/pilar/displayimage.php?album=1&pos=34
Saludos, Jesús
Venga, hala, se abrió la veda...y de chicos guapos qué?
ResponderEliminarPero a Loia le pone más ese aspecto de niña buena, casi de monja.
ResponderEliminarElla con fiebre, faringitis aguda y en la cama y Loia le dedica una entrada. Vaya detallazo.
ResponderEliminarPreciosa Leonor. Siempre está bien, además.
ResponderEliminarSaludos
Alberto Q.
www.lacoctelera.com/traslaspuertas