29 octubre, 2007

COSAS QUE HACER

Este año me propuse que evitaría el stress evitando las prisas. La prisa es malísima. Una furia podadora y el desprecio de los caminos según J.A. Marina.
Sin embargo me asedian tareas pendientes o cosas que se me ocurre hacer. En febrero tengo que entregar un tema que me he comprometido a redactar para un temario de oposiciones. Es el 44: “Ética y Derecho: Los derechos humanos.” De 45.000 caracteres a 60.000 incluyendo espacios. Tengo un libro perfecto del que voy a sacar lo principal. Sólo he escrito una página.

A Internet le dedico mucho tiempo. Está este blog y mirar los otros, además ahora me he encargado de hacer uno para la biblioteca del centro y reviso los comentarios que ponen los alumnos e invento alguna entrada cada semana. Me gustaría estudiar más psicología para explicar con autoridad, mis cinco alumnas me exigen poco, pero me gustaría preparar más las clases.
Hemos contratado un vuelo para irnos a Londres con unos amigos una semana durante las navidades, aprovechando que mi hermano and his family está pasando el año allí y esos días dejan libre su casa. Me gustaría chapurrear el inglés y se me pasa por la cabeza que debía buscar aquí en Salamanca un estudiante con el que intercambiar conversación (español-inglés/inglés-español), no sería difícil de encontrar. O en su defecto dedicar todos los días un rato a leer algún libro de esos sencillitos que le mandaban a mi hijo en el bachillerato.
Hoy he ido a la biblioteca y he sacado para Pilar “Si esto es un hombre” de Primo Levi y para mí la de Perec, “La vida instrucciones de uso”, el título me parece genial. Comencé a leer allí mismo la descripción de la escalera del primer capítulo y me gustó. También he sacado “El hombre y sus símbolos” de Jung. No creo que me meta con él pero quería echarle una ojeada.
Llego a casa y ceno a toda prisa. Tengo unas redacciones pendientes sobre el capítulo de la libertad que les mandé a los de cuarto, pero esas las corregiré mañana, hasta el miércoles no hay que entregarlas. ¿Me pongo con el blog o me lío con Perec?
Suddenly, mi padre en el teléfono. Vive dos pisos por debajo de mi casa y me explica que está discutiendo con mi madre. Un inquilino alquilado en el piso que compraron para invertir ha pagado sólo 150 euros de los 313 euros que debía. Él dice que no ha pagado ni la mitad y mi madre está de acuerdo, pero la gran pelea viene porque discrepan en cuánto es la mitad. Todo esto me lo explica por teléfono mientras se escuchan los gritos de mi madre de fondo. Cuelgo sin despedirme y bajo a saltos por la escalera. Mi padre me repite lo del teléfono: ella dice que la mitad son 150 mas 13 y yo que 150 más la mitad de 13. Mi madre está fuera de sus casillas y dice cosas que no entiendo, .
Estoy perplejo y pregunto: ¿Qué importancia tiene saber si es la mitad o menos de la mitad?
Ninguna. Los dos asienten que ninguna. Pero antes de que me llamaran, hablando, la cosa se ha liado y ahora mi padre está empeñado en que yo le dé la razón. Les digo que dividan por dos. “Ya lo hemos hecho y sale 150 mas la mitad de 13”. Mi madre siguen chillando (mi padre también habla a voces) y me parece absurdo estar allí entre dos viejos enfadados. Cuando una pareja discute lo de menos es el asunto, éste es sólo una excusa.
Los dejo histéricos y me subo corriendo a casa. Bajo la basura y al subir decido volver a entrar un minuto para ver si se han calmado. “De otra cosa sabrá, pero de cuentas no ha sabido nunca nada.” Dice mi madre a gritos y cuando le doy un beso se echa a llorar. No sé si es de rabia porque esta vez se ha equivocado. Escucho un minuto sus quejas, pero no aguanto más y escapo de allí.
En casa le cuento a Pilar y a mi hija lo que ha pasado. Ellas me escuchan entretenidas pero, en serio, le pido a María que baje un rato con ellos. Pilar encuentra una buena disculpa porque hay que bajarle a mi madre una fuentecita en la que subió unos champiñones calientes el domingo.
María pasa con su abuela un rato largo, media hora, y sube contenta de haber hecho de paño de lágrimas, casi divertida, relata que se queja de que mi padre sólo la quiere por el interés. “Pero, abuela,…” “Sí, sí, sólo para que le haga la comida”. Pero cuenta que la abuela se ríe cuando hablan.

Me siento un poco culpable por no haber querido estar con ellos en ese momento difícil pero me consuelo pensando que, al menos, he sabido echar una mano mandando a mi hija. Le doy de propina cinco euros por la buena acción. No sé si es apropiado pero quiero que sepa que le agradezco mucho el favor.

¿Os acordáis que vine de la biblioteca indeciso sobre a qué dedicar la noche? Al final vi una de Woody Allen que ponían en la 2. Como la conocía aproveché también para redactar estas líneas en el portátil. Es muy agradable la música de jazz que escoge Allen y me gusta Christina Ricci.

6 comentarios:

  1. Recuerdo a papá y mamá:
    [Él] - C. llevamos días sin hablarnos y ahora no me acuerdo del motivo del enfado.
    [Ella] - Pues yo sí. Mira, lo que pasó fue …
    [Él] - Ah, ya. Seguimos enfadados con toda la razón.

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  2. Loia, me he reído mucho con esa bajada a saltos y con el quid de la cuestión.
    Me pasa un poco lo que cuentas. No sé por donde empezar a leer.

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  3. Por cierto, el día 28 volveré a Salamanca después de N años. Snifff

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  4. Casi me siento obligado a darte 5 euros a tí también por vivir tan cerca de los padres y lidiar cuerpo a cuerpo sus disputas.

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  5. Eres un buen hijo. Pero ya estàs en la época de cuidar a tus padres y a tus hijos. ¿Y a ti? ¿Quién te cuida? ¿Tu mujer? Pobrecilla. Menos mal que cocinas que si no...
    Y que eres gracioso.
    ¿A quién me recuerdas?

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  6. Londres está bien. Hará un poco de frío pero bueno, es la época.

    Te veo muy ocupado, aunque no se si te pasa como a mi a veces, que más que tener mucho trabajo lo que tengo es mucho lío.

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