STEP: APRENDIENDO A APRENDER
Viernes por la tarde. Para olvidarme de las clases de la semana nada mejor que una sesión de STEP en el gimnasio. Hace un año que hice Step por primera vez. Fui dos días, en otro gimnasio, y desde entonces no he vuelto. Mi inexperiencia es tan grande que la concentración que voy a requerir me relajará de otras tensiones. Además de sudar como un pato, pues no paras de moverte en toda la hora.
Un monitor, que viste un chándal blanco, nos dirige desde de delante de la sala. Dándonos la espalda, mira a la pared de enfrente que es toda espejo. Somos siete u ocho. Todo mujeres menos yo. Yo y el monitor, como os he dicho, aunque en el sexo es en lo único en lo que él y yo nos parecemos.
Comienzan con algo sencillito. De momento no me pierdo aunque no pasan más tres minutos para que empiece a hacer movimientos inexactos.
La clave está en no equivocar la pierna que tiene que subir primero. Si comienzas con la equivocada estás perdido. Yo intento no pararme y al menos hacer algo que se parezca a lo que hacen los demás.
El monitor no se para nunca y aunque repetimos las series desde el comienzo constantemente introduce movimientos nuevos. Cuando la sesión avanza la cosa se complica y el monitor da indicaciones que desconozco. Deben ser conjuntos de pasos que los más experimentados ya saben y que tienen su nombre: “Yasé”, “Caja”, “Mambo”.
Cada vez que oigo lo de “yasé” (que se me antoja que se debe escribir “yazzé”) siempre se me ocurre la bobada de que “yo aún no sé”.
Si algo bueno tiene todo esto es que me doy cuenta de cómo se deben sentir algunos de mis alumnos. Yo hablo y hablo y ellos me miran como yo miro ahora hacer giros a mi monitor: sin saber repetir más allá de sus tres primeros pasos.
El problema es que tengo que pensar cada movimiento. Y ya no me da tiempo a seguir los siguientes. Subo el pie derecho, piso el escalón y levanto la rodilla izquierda. De acuerdo, hasta ahí todo bien, pero él sigue moviéndose haciendo otros tres pasos que ya no soy capaz de seguir, paralizado como estoy tras el esfuerzo de atención de los primeros.
A algunos de mis alumnos les sucede algo similar. “El dualismo metafísico de Platón es coherente con su división del hombre en cuerpo y alma”
¿qué significaba dualismo?¿y metafísico? ¿”coherente” qué era exactamente?
Para cuando quieren entender esa frase yo ya he dicho la siguiente con alguna otra palabra que a ellos se les atasca.
Debían practicar en casa con las palabras. Para no tener que hacer traducción a cada poco. Para saber de modo automático lo que digo cuando nombro el dualismo metafísico. Igual que yo debía automatizar movimientos. Es lo que me falta. He practicado poco.
¿Alguno pensará que me despisto viendo a las mujeres que están a mi lado? En absoluto. No quito la vista del monitor. Pero ni con esas. Sólo me faltaba. Si a la mala imagen de mi torpeza sumo además la patética impresión que causa el “viejo verde”... ¡Apañaos vamos!
Cada cierto tiempo el monitor para su baile y cambia la música. En uno de esas pausas se quita la parte superior del chándal, pero se deja el pantalón largo. Su camiseta ceñida de tirantes nos muestra parte de su anatomía. Supongo que se trata de dosificar la epidermis a la vista y auguro que antes de terminar la clase se desprenderán también de la parte inferior dejándonos ver sus piernas.
Me equivoco con el estriptis. Terminamos la sesión de una hora con unos estiramientos y unos abdominales sin que el hombre si quite los pantalones.
Sólo en el vestuario, coincido con él, y ahí sí, lo veo completamente desnudo antes de que entre en la ducha. Constato tampoco que en el sexo éramos exactamente iguales.
Un monitor, que viste un chándal blanco, nos dirige desde de delante de la sala. Dándonos la espalda, mira a la pared de enfrente que es toda espejo. Somos siete u ocho. Todo mujeres menos yo. Yo y el monitor, como os he dicho, aunque en el sexo es en lo único en lo que él y yo nos parecemos.
Comienzan con algo sencillito. De momento no me pierdo aunque no pasan más tres minutos para que empiece a hacer movimientos inexactos.
La clave está en no equivocar la pierna que tiene que subir primero. Si comienzas con la equivocada estás perdido. Yo intento no pararme y al menos hacer algo que se parezca a lo que hacen los demás.
El monitor no se para nunca y aunque repetimos las series desde el comienzo constantemente introduce movimientos nuevos. Cuando la sesión avanza la cosa se complica y el monitor da indicaciones que desconozco. Deben ser conjuntos de pasos que los más experimentados ya saben y que tienen su nombre: “Yasé”, “Caja”, “Mambo”.
Cada vez que oigo lo de “yasé” (que se me antoja que se debe escribir “yazzé”) siempre se me ocurre la bobada de que “yo aún no sé”.
Si algo bueno tiene todo esto es que me doy cuenta de cómo se deben sentir algunos de mis alumnos. Yo hablo y hablo y ellos me miran como yo miro ahora hacer giros a mi monitor: sin saber repetir más allá de sus tres primeros pasos.
El problema es que tengo que pensar cada movimiento. Y ya no me da tiempo a seguir los siguientes. Subo el pie derecho, piso el escalón y levanto la rodilla izquierda. De acuerdo, hasta ahí todo bien, pero él sigue moviéndose haciendo otros tres pasos que ya no soy capaz de seguir, paralizado como estoy tras el esfuerzo de atención de los primeros.
A algunos de mis alumnos les sucede algo similar. “El dualismo metafísico de Platón es coherente con su división del hombre en cuerpo y alma”
¿qué significaba dualismo?¿y metafísico? ¿”coherente” qué era exactamente?
Para cuando quieren entender esa frase yo ya he dicho la siguiente con alguna otra palabra que a ellos se les atasca.
Debían practicar en casa con las palabras. Para no tener que hacer traducción a cada poco. Para saber de modo automático lo que digo cuando nombro el dualismo metafísico. Igual que yo debía automatizar movimientos. Es lo que me falta. He practicado poco.
¿Alguno pensará que me despisto viendo a las mujeres que están a mi lado? En absoluto. No quito la vista del monitor. Pero ni con esas. Sólo me faltaba. Si a la mala imagen de mi torpeza sumo además la patética impresión que causa el “viejo verde”... ¡Apañaos vamos!
Cada cierto tiempo el monitor para su baile y cambia la música. En uno de esas pausas se quita la parte superior del chándal, pero se deja el pantalón largo. Su camiseta ceñida de tirantes nos muestra parte de su anatomía. Supongo que se trata de dosificar la epidermis a la vista y auguro que antes de terminar la clase se desprenderán también de la parte inferior dejándonos ver sus piernas.
Me equivoco con el estriptis. Terminamos la sesión de una hora con unos estiramientos y unos abdominales sin que el hombre si quite los pantalones.
Sólo en el vestuario, coincido con él, y ahí sí, lo veo completamente desnudo antes de que entre en la ducha. Constato tampoco que en el sexo éramos exactamente iguales.
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pseudopodo, en la entrada del 22 de octubre, mi hermano médico puntualizaba algo sobre la anemia falciforme. Es una lata esto de que en BLOGGER no se pueda tener aviso de los últimos comentarios. WORDPRESS es mejor, pero creo que es más dificil.
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