CAMELLOS.
He oído que cuando un camello de los que trasportan cargas por el desierto no puede más y se tumba en la arena lo que hacen para levantarlo es ponerle más peso aún. Lo tienen un rato cargado hasta arriba y cuando, tras cinco minutos, le quitan el sobrepeso de golpe el camello levanta aliviado.
Llevo un mes cansado y agobiado. Nada mas despertar a las siete y media de la mañana siento un desánimo absoluto. Cada día me digo que ya no puedo más. Que estoy más cansado que nunca, que no voy a poder seguir. No sé qué podría hacer para descansar, pero la desgana me domina cada amanecer. Y cada tarde a veces. Ya os conté que tomé un complejo vitamínico y algo hace, pero no lo suficiente.
Me ha pasado como a los camellos. Casi me había tumbado en la arena y de repente me han puesto más peso. Tengo el coche en el taller con un destrozo que aún no sé cuanto va a costar y la autoestima por los suelos por saltarme un ceda el paso en ciudad. No quieres caldo... toma dos tazas.
Aún me queda mes y medio de curso (una eternidad) pero eso me parece poco al lado del mazazo que me dieron el domingo. Como los camellos estoy esperando que alguien me diga que todo fue un sueño. Quiero seguir atravesando el desierto con el peso que llevaba.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
Otro día os cuento como los transportistas metían trocitos de metal en el útero de las camellas para que no se quedaran preñadas, práctica precursora del DIU.
He oído que cuando un camello de los que trasportan cargas por el desierto no puede más y se tumba en la arena lo que hacen para levantarlo es ponerle más peso aún. Lo tienen un rato cargado hasta arriba y cuando, tras cinco minutos, le quitan el sobrepeso de golpe el camello levanta aliviado.
Llevo un mes cansado y agobiado. Nada mas despertar a las siete y media de la mañana siento un desánimo absoluto. Cada día me digo que ya no puedo más. Que estoy más cansado que nunca, que no voy a poder seguir. No sé qué podría hacer para descansar, pero la desgana me domina cada amanecer. Y cada tarde a veces. Ya os conté que tomé un complejo vitamínico y algo hace, pero no lo suficiente.
Me ha pasado como a los camellos. Casi me había tumbado en la arena y de repente me han puesto más peso. Tengo el coche en el taller con un destrozo que aún no sé cuanto va a costar y la autoestima por los suelos por saltarme un ceda el paso en ciudad. No quieres caldo... toma dos tazas.
Aún me queda mes y medio de curso (una eternidad) pero eso me parece poco al lado del mazazo que me dieron el domingo. Como los camellos estoy esperando que alguien me diga que todo fue un sueño. Quiero seguir atravesando el desierto con el peso que llevaba.
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Otro día os cuento como los transportistas metían trocitos de metal en el útero de las camellas para que no se quedaran preñadas, práctica precursora del DIU.
¡Levántate y anda!
ResponderEliminarY se levantó y ....
¿andó?. No, más bien anduvo. Hay un refrán inglés a cuenta de los camellos y las cargas que me ha venido a la mente, pero que no cito, por no ser el momento apropiado.
ResponderEliminar¡ánimo!,lo que tienes puede ser astenia primaveral.
Vente p´Arenas el viernes 1, a las jornadas de lectura, que estarán Bernardo Atxaga y Paco Ibáñez entre otros. Además de mimisma y de muchos de los amigos que aún conservas de illo tempore.
ResponderEliminarA ti lo que te viene haciendo falta es un ratito de risas y relax.
¡Viva er Beti manque pierda!