Carta a un amigo.
Te contesto por aquí lo que me preguntaste por guasap.
No voy a poder ir. Lo tenía en mente al comienzo de las
vacaciones, incluso estuve pensando ofrecerte la posibilidad de ir otro día.
Pero ha sido una semana muy agitada esta última y me he olvidado completamente
de nuestra cita habitual. Creo que ya sabes que mi madre estaba perdiendo la
cabeza, pues en las últimas semanas ha comenzado a tener alucinaciones y ya
disparata constantemente. Sigue usando el lenguaje, pero no termina lo que
comienza. Si uno quiere inventar frases más peregrinas y que vengan menos a
cuentos no se le ocurren. Y es muy difícil memorizar lo que dice porque como no
tiene lógica ninguna no hay manera de encontrar asidero en la memoria.
Se podría decir que es Alzehimer, o algo parecido, pero las
demencias solo las diagnostican con fiabilidad postmortem, analizando el
cerebro. Últimamente creemos que puede ser otro trastorno parecido llamado
“cuerpos de Lewin”.
El caso es que ayer nos vinimos a Arenas para descansar de
tanta agitación. Hace unos días hemos decidido ingresarla en una residencia y
hemos estado muy liados con todos los preparativos. Mi padre se quedará aún,
cuidado por una mujer, en su casa, porque está mejor entre sus libros. Él ahora
mismo está muy bien, pese a la enfermedad de mi madre. Superó una depresión con
antidepresivos hace tiempo y aún encuentra motivos para vivir en la lectura de
cada tarde.
Mañana mismo, precisamente, por la mañana, mis hermanas
llevarán a mi madre a la residencia y yo volveré de Arenas a medio día para
acompañar a mi padre en esa primera tarde solo. Aunque sé que vosotros os
marcháis pronto de León, los próximos días también los tengo comprometidos pues
mis hermanas se van de viaje y yo me quedo de guardia en Salamanca para visitar
a mi madre en estos primeros días tras su ingreso.
Ya te contaré.
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