Noche, paz, silencio y algo más.
Estoy en Arenas. Salgo al jardín común ya anochecido. Está completamente vacío y solitario. Se oye lejana alguna televisión de
los chalets cercanos. Me tumbo en el cesped y admiro el cielo estrellado sobre mí. Es un
cesped en el que los niños de la urbanización juegan al futbol durante el día
pero ahora esta en silencio y todo inspira calma. Han apagado la
televisión porque no se oye ya. Respiro hondo. ¡Qué paz! Me concentro en el
momento. Aquí y ahora. No desear nada. Solo ser. Vivir. Solo vivir. ¡Qué
felicidad!. Miro el reloj, no sé por qué lo hago, las 12:59,. Sigo tumbado en
el cesped. ¡Qué importa la hora!
En el minuto siguiente descubriré, cómo olvidarlo a partir
de este día, que el jardinero tiene programados los aspersores del riego automático para la una.
Me he reído mucho con esta entrada. Y mi mujer (se lo leí en voz alta, con mucha solemnidad), más.
ResponderEliminarEste post, además, tiene mucho que ver con el anterior, el del "olvido del cuerpo"...