06 julio, 2018

Noche, paz, silencio y algo más.


Estoy en Arenas. Salgo al jardín común ya anochecido. Está completamente vacío y solitario. Se oye lejana alguna televisión de los chalets cercanos. Me tumbo en el cesped  y admiro el cielo estrellado sobre mí. Es un cesped en el que los niños de la urbanización juegan al futbol durante el día pero ahora esta en silencio y todo inspira calma. Han apagado la televisión porque no se oye ya. Respiro hondo. ¡Qué paz! Me concentro en el momento. Aquí y ahora. No desear nada. Solo ser. Vivir. Solo vivir. ¡Qué felicidad!. Miro el reloj, no sé por qué lo hago, las 12:59,. Sigo tumbado en el cesped. ¡Qué importa la hora!

En el minuto siguiente descubriré, cómo olvidarlo a partir de este día, que el jardinero tiene programados  los aspersores del riego automático para la una.

1 comentario:

  1. Me he reído mucho con esta entrada. Y mi mujer (se lo leí en voz alta, con mucha solemnidad), más.
    Este post, además, tiene mucho que ver con el anterior, el del "olvido del cuerpo"...

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