Mi feliz vida cotidiana.
Soy objetivamente feliz. ¿Qué quiero decir con esto de
objetivamente? Que
cualquiera envidiaría mi vida, mis condiciones materiales, mi trabajo, mi
familia, etc. Nada es perfecto, pero tengo mucho más de lo que me falta.
Soy feliz y me siento feliz. Así de sencillo. Que haya tomado hace un
rato un lorazepan entero -en lugar de medio, como es habitual antes de
acostarme- no tiene nada que ver, je je.
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Mi madre sigue igual. Hoy por lo menos no lloraba y andaba con cierta
facilidad. Ayer la acerqué al salón de actos de la resi, donde una mujer cantaba
para los ancianos. Le gustó. En un determinado momento, ella estaba de pie,
sujetas sus manos en las mías y subía las manos arriba y abajo, en un gesto como
de bailar, como de seguir el ritmo. Luego se rió. Aún tiene días buenos.
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Los gatos necesitan lamerse todo el cuerpo para mantenerse limpios –tienen
diminutas púas en la lengua, como un peine- y le dedican varias horas al día a esa actividad.
Nuestro gato adulto lame con asiduidad al pequeño, incluso sus partes más
escondidas. A mi mujer le encanta esa devoción que siente por él, esa muestra
de cariño. Parece que le diera besos. Es llamativo que el pequeño nunca chupa al grande.
Ya he contado que desde que llegó el segundo nuestra relación con ellos
ha cambiado sustancialmente. Apenas nos hacen caso. Solo para
sentarse mirándonos delante de la puerta donde les damos de comer, que es su
manera de solicitar comida.
Conejito ya no pasa sobre mi pecho aquellos ratos que tanto disfruté en
el pasado nada más que sonaba el despertador. Alguna noche consigo que se
siente unos minutos sobre mis piernas y ronronee un ratín. Todo acaba en esta
vida.
Sin embargo Zepan se deja coger con facilidad, incluso le gusta –si se
tercia- dormir alguna siesta encima de cualquiera de nosotros. Ronronea con
facilidad y es una delicia oírlo.
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Este año doy más clases que nunca: veinte semanales. Sin embargo –por el
hecho de dar muchos grupos repetidos- preparo únicamente seis clases nuevas a
la semana. El año pasado preparaba once. Es mucho menos trabajo. Aunque con
asignaturas de una hora semanal tengo muchísimos más alumnos.
Me gusta la filosofía, y me gusta mucho explicar filosofía en primero
de bachillerato. En el comienzo de curso me encanta mi trabajo, aunque al final
termine cansado.
Creo que es el comienzo de Ana Karenina cuando dice que todas las familias felices se parecen unas a otras, pero las infelices son cada una a su manera ...
ResponderEliminarBienvenida esa apoteosis del aurea mediocritas y la felicidad media burguesa.
Pero intelectualmente es poco productiva. Esta es la segunda parte.
Pero ¿a quién le importa eso?
jajajaja
ResponderEliminarsi. es cierto.
La felicidad produce pocos poemas.
Quizás los de W. Whitman
Es curioso que Joaquín Sabina, ya retirado de su mala vida y "casado" con Jimena, le dijo a Benjamín Prado que se fueran a Viena una semana juntos. Prado había tenido una ruptura sentimental. Sabina quería sacar partido de aquello. Le decía, yo ya vivo tranquilo y no se me ocurre nada necesito tu pena para poder hacer nuevas canciones.
Es verdad. La felicidad solo produce felicidad.
Yo no me cambiaba por Kafka con tal de ser un gran escritor.