Pelea de gatos.
Hoy el gato se quejaba cuando le acariciabas el anca
izquierda.
La madrugada anterior, yo había bajado al salón y lo había
encontrado enfrentado a otro gato. Él estaba dentro de casa, en el quicio de la
puerta que sale a la zona común de la urbanización y el otro estaba agazapado
fuera, como si hubiera seguido al mío hasta la puerta pero no se atreviera a
entrar en territorio desconocido.
Las quejas de mi gato, cuando lo acariciabas, nos hicieron
suponer que el otro le había hecho daño de algún modo. Mi mujer insistió en
llevarlo al veterinario para que explicara su dolor y este nos dijo que habría sido
una pelea con otro gato. Explicó que cuando el gato está entero los
arañazos los recibe en el rostro, porque se enfrenta al enemigo, pero cuando
está capado suele huir y entonces los arañazos los recibe en el culo. Tenía
fiebre, le pinchó un antibiótico y nos dio un antiinflamatorio para que se lo
demos mañana.
Esta noche ha salido al jardín como si tal cosa.
Un amigo me cuenta que los gatos capados, como no se
enfrentan a los otros y pierden todas las peleas pueden hacerse miedosos y
huidizos. A este paso va a salir al dueño.
Nuestra falta de arrestos en la vida social se compensa con este narcisismo que expresamos -arriesgadamente- en nuestras casas virtuales.
ResponderEliminar