30 marzo, 2015

Grandes cambios.

Iñaki Uriarte dice en algún momento:

Hay un libro que cambió mi vida. Uno que explicaba que el té debe tomarse sin azucar.

O quizás era con azucar. La frase literal no la recuerdo y me costaría encontrarla, pero era aproximadamente esa. La frase tiene gracia porque leyendo la primera parte suponemos que se trata de un cambio trascendental, importantísimo, un cambio que afecta al sentido de la vida. En la segunda parte surge la sorpresa. Se trata de algo cotidiano, minúsculo, prosaico. No podíamos imaginar que se tratara de algo así.

Woody Allen en una película decide hacerse católico. Lo vemos volver de la compra con una bolsa de la que saca una gran cruz, una foto de Juan Pablo II, y luego unos plátanos y un paquete de pan de molde. Es un chiste parecido al de Uriarte. Se mezcla lo importante con lo cotidiano. Y ese contraste provoca la risa.

A mí un libro también me ha cambiado la vida. El de Uriarte. Gracias a él pensé que sería bueno tener un gato. Se lo dije a mi mujer y ella hizo el resto. Lo conté aquí. También se trata de un cambio pequeño, cotidiano, poco trascendental, pero un cambio al fin. Hoy volvíamos del Valle del Jerte con un motivo más para estar contentos: verlo de nuevo. Mi mujer, a quien le desagradan los ratos que a veces pasa sola en casa, decía que encuentra en el gato compañía. Sin duda ha sido un cambio para mejor.

Cuando una persona ha estado al borde de la muerte y se recupera suele decir que ha aprendido a quitarle importancia a muchas cosas y a valorar lo realmente importante de la vida. Lo llamativo es que esas grandes cosas de la vida son cosas pequeñas.




1 comentario:

  1. Sin azúcar. La dice no como propia sino citando a Orwell, creo.

    M.A.

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