12 noviembre, 2014

Yo público y yo privado.

En mi libro de inglés (en el que estudiamos en la EOI) hay un tema que habla de grafología. Algunos rasgos de la firma mostrarían distintos aspectos de nuestra la personalidad. Por ejemplo, la distancia que hay entre el nombre y el apellido nos hablaría de si hay mucha separación entre el self público y el self privado. Me da lo mismo si la grafología es fiable o no. Pero nunca había pensado en esto de que pudieran existir dos “yoes” diferentes. Quizás porque yo no hago mucha separación entre uno y otro. Me sale ser el mismo siempre. No sé si es bueno o malo pero no me esfuerzo para mantenerlos separados. A excepción de con mis alumnos de segundo de la ESO, los más pequeños que tengo, ante quienes intento ser un profesor serio y exigente, con los demás soy bastante espontaneo. Si todos los mayores leyeran este blog no se extrañarían demasiado. Con excepción de algún detalle todo les parecería en mi línea habitual.

Por un lado tiene sentido mantener separados el ámbito público y el privado. Del mismo modo que en el lenguaje hay diferentes registros. Mi tendencia es a creerme un embustero si represento un papel,   aunque soy consciente (teóricamente) que representar un rol no es mentir, sino simplemente cumplir con lo que es tu deber en ese momento.

Tengo dos direcciones de correo diferentes, una para alumnos y otra la de loiayirga, que es la personal. Peo para cuestiones administrativas en el instituto y con mis compañeros de trabajo uso la personal. Me he arrepentido de esto último pero es demasiado tarde para borrar el rastro de la dirección de loiayirga. Y ya no lo intento. Mezclar el yo privado con el público te hace más vulnerable, no hay barreras, no hay defensas. Si alguien quisiera perjudicarte sería más fácil. Por otro lado, te protege de un tipo de ataque muy peligroso que consiste en mostrar a la luz pública lo que mantienes escondido.

Si todo está a la vista… nadie puede desnudarte. 

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