Soy un friki.
Este verano mis amigos me dijeron, completamente en serio,
que soy un friki. Esto no lo dicen como un insulto. Lo que quieren decir es que
tengo muchas rarezas, que hago cosas que me sacan de lo “normal”. Lo cierto es
que esa calificación me agrada. Fue mi padre el que a través del arte me enseñó
a valorar la originalidad. El “raro” tiene peculiaridades que nacen de sí
mismo, no las ha tomado de la masa amorfa, se le han ocurrido a él, han tenido
su origen en él. Esto es lo que significa ser “original”.
Tengo rarezas y a veces las exagero precisamente para
huir de lo común y porque la gente me ríe las gracias y mira con simpatía a
quien se sale de lo trillado. No es que busque ser distinto, es que en ocasiones
se me ocurren cosas diferentes que al resto y cuando los otros me lo hacen notar
en lugar de avergonzarme y acomodarme al grupo saco pecho y me reafirmo en “el
disparate”.
Hay cosas que cuando se me ocurren no me parecen raras. Es solo
cuando las miro desde fuera, cuando imagino a uno de mis compañeros de trabajo
haciendo lo mismo, cuando pienso: “estás como una cabra”.
Tengo un amigo/compañero con el que salía a correr habitualmente
los viernes, que teníamos unas horas libres juntos en el horario. Nos
cambiábamos en el Departamento, corríamos cuarenta y cinco minutos, luego nos
duchábamos en el gimnasio y tras eso dábamos las últimas clases. En determinado
momento del curso dejé de correr con él, pero él seguía aprovechando aquel
tiempo para hacer ejercicio y no dejó de salir nunca. Un día me lo encontré justo
en la puerta, cuando, con su chándal, se disponía a empezar. De repente, me
entraron muchas ganas de pasar el rato con él, no de correr, pero sí de
charlar, sí de repetir uno de aquellos buenos ratos que habíamos pasado juntos corriendo
en los primeros tiempos del curso. No me lo pensé dos veces. Yo no tenía allí
ropa de deporte para cambiarme pero dejé el abrigo colgado en conserjería, y
tal como estaba, vestido de calle y con zapatos, me fui a hacer el recorrido
con él.
Hoy, charlando en el bar, le dije que mis amigos de Arenas
dicen que soy un friki. Lo suscribía y me recordó este episodio.
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