Lo mío tenía explicación.
Me quedé muy sorprendido de tener un pinchazo el primer día que viajaba CON rueda de repuesto en la caravana, después de cinco años viajando sin ella.
En el Investigación y
Ciencia de mayo del 14 leo “Nunca digas nunca”, un artículo de un tal David
J. Hand, en el que explica “por qué no deberíamos asombrarnos ante supuestos
milagros y otros sucesos extraordinarios: a menudo, la ley de los grandes
números los hace casi inevitables.”
Parece que la clave está en que aunque contamos con un vasto
número de oportunidades, nos parece que hay relativamente pocas. Subestimamos
de modo muy burdo la probabilidad de un suceso. Pensamos que algo es casi
imposible cuando, en realidad, es muy probable que ocurra.
Y explica la paradoja del cumpleaños. Basta reunir a 23
personas para que la probabilidad de que dos de ellas cumplan años el mismo día
supere el 50 por ciento, aunque la intuición que todos tenemos es que es
muchísimo más difícil.
Tendría que ser obligatorio que todos los institutos
estuvieran suscritos al Investigación y
Ciencia.
Alguno cuando haya leído "Lo mío tenía explicación" quizás haya pensado: "Por fin diagnosticaron a este hombre." Me refiero a mi trastorno emocio-mental. Todo se andará.
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