19 junio, 2014

Educación emocional (2)

Esta entrada viene de aquí. 

Cristina, en su blog, proponía respeto y cariño como alternativa a la nueva asignatura de educación emocional que quieren crear en Canarias y Pseudópodo en los comentarios se une a la propuesta.

Expondré lo que yo creo. Parece que Cristina enfrentara “querer” y “saber”. No es suficiente con querer a un hijo o a los alumnos porque hace falta saber. Y existe un saber real sobre cómo hay que educar y qué cosas se deben hacer y qué cosas que no. Y el hecho de que la mayoría los padres enfrentemos la educación de nuestros hijos con mucho amor pero sin “conocimientos” no garantiza que lo vayamos a hacer bien. En ese sentido es muy ilustrativo un programa televisivo como “Supernany”, donde una experta muestra a los padres los errores que no deben cometer con sus hijos y el modo de evitarlos. Educar a un hijo no es solo cuestión de voluntad sino de conocimientos.

Del mismo modo sucede con la vida emocional. Cristina y Pseudópodo parecen dar por hecho que no hay un saber sobre eso. Que no se pueden aprender habilidades sociales, que no se puede aprender a superar un fracaso, o a automotivarse, o a contener la ira, o a disminuir el estrés… Creen que los alumnos tendrán que aprender solos, sin guía, a ciegas, por intuición, simplemente apoyados por el amor y el respeto de sus padres y profesores, pero no por unos conocimientos y unas técnicas sobre esos temas. Creen que habrán de aprender como hemos aprendido todos. 

Yo creo lo contrario. Creo que dan por hecho que la vida sentimental es algo en lo que se aprende intuitivamente, como si no se pudiera analizar y aprender formalmente. Existe, por ejemplo, un hábito de pensamiento deprimente, que lleva a la depresión, y las personas pueden aprender a identificarlo y evitarlo. Y del mismo modo multitud de asuntos relacionados con la vida afectiva que tanto padres como profesores descuidamos completamente y allá cada uno se las componga como pueda. Cuando digo descuidamos quiero decir que lo dejamos todo a la propia inventiva e imaginación de cada persona y a ese cariño y respeto de padres y profesores que puede ser mucho pero no tiene por qué ser “sabio”.


El gran problema es la manera de hacerlo. ¿Cómo enseñar este tipo de cosas? En España, una asignatura sobre Educación Emocional sería una asignatura en la que hay que aprender definiciones de sentimientos y dar cuenta de ellas en un examen. Horroroso y una estupidez. Esta asignatura habría de ser eminentemente aplicada y práctica. Pero el hecho de que en España no sepamos “enseñar,” en general, y nos limitemos a “evaluar”, no quiere decir que no sea necesario y posible enseñar a nuestros alumnos las cinco habilidades que según Goleman constituyen la inteligencia emocional. 

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