Confundiendo los nombres.
A veces confundes los
nombres de alumnos de clases diferentes y suele ser porque entre ellos, a tus
ojos, tienen algún parecido o un aire semejante. Pero si alguna vez se lo dices,
o cuando por sí mismo descubren cuál es el motivo de tu confusión, se quejan
disgustados: “Yo no me parezco en nada a ese chico.”
Y en otras ocasiones el error se produce en dirección
contraria. Son unos alumnos los que se dirigen a ti llamándote por el
nombre de otro profesor. Y entonces, sorprendido, te preguntas en qué te parecerás a ese tipo fondón, feo y aburrido con el que te han confundido.
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