03 enero, 2014

Ignorante

Estuve hace unas semanas en la FNAC. Tantos libros juntos en un entorno tan atractivo me produce desasosiego. Como si uno estuviera llamado a leerlos todos. Me muestra mi ignorancia y me produce melancolía. “Solo sé que no se nada.”

Cuando era joven, me di cuenta que mi padre no se aclaraba. Sabía cosas, bastantes cosas, pero no tenía una cosmovisión global que fuera firme y fiable. Manejaba verdades inconexas. Eso sí, con mucha pasión. 

Entonces creí que yo tenía las cosas más claras. Creí que tenía unas coordenadas para situarme en el mundo del pensamiento, yo, que tan mal me oriento en los puntos cardinales. No era así.

Ahora, a mis 54, soy otra vez mi padre. Con similar confusión. Con algunas verdades “sabidas” pero naúfrago en la totalidad. ¿Sobre qué he leído realmente? ¿De qué materias podría hablar con solvencia? En fin, dejo mucho que desear, si me comparo con el intelectual que creo que tendría que ser.

Y todo esto se me vino a la cabeza viendo los libros de la FNAC.

Descansar en la amargura. Descansar en el hecho de saber que eres pequeño, que no alcanzas, ni alcanzarás nunca, a comprender este mundo complejo. Saber que eres un profesor de instituto del montón, nadie que destaque por nada. Cuanto te gustaría ser "alguien" es amargo reconocer que eres solo un profesor más, uno de tantos. 

Como tantos.

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