10 enero, 2014

Anécdota sobre el aspecto.


Era un hombre de la generación del 68. Aún no estaba a punto de jubilarse pero sí ya entrado en años. Pertenecía a un sindicato y llevaba barba y pelo larguito. Se habían organizado en el instituto unas jornadas de clases en la calle. Ni él ni yo estábamos entre los profes que impartirían las clases en la plaza del pueblo, supongo que era primavera y el tiempo lo permitía. Un profesor joven, profesor de historia y geografía, iba a dar una clase sobre el entorno geográfico del pueblo donde se ubicaba el instituto.

Era cuando existía la moda entre los jóvenes de llevar los vaqueros ostensiblemente rasgados y rotos. El profesor mayor hizo un comentario sobre su aspecto.

"Espero que fulanito no haya traído para la clase en la calle esos vaqueros rotos que trae a veces. ¡Menudo espectáculo para los padres!"

El hombre del pelito largo y la barba había olvidado que, durante la segunda mitad el siglo XX, las generaciones cambian su aspecto para diferenciarse de las generaciones anteriores y a veces como un signo de rebeldía frente a ellas. La barba, que en los tiempos de Fidel Castro, significó rebelión frente al sistema,  ahora le parecía a él el aspecto respetable de un profesor. Pero se ve que los pantalones rotos, para él, eran algo muy diferente. Aquel profesor se había convertido en mi abuela, que cuando yo le dije que el novio de mi hermana tenía barba me advirtió que si llevaba "barbas" en su casa no entraría.

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