¿Cuál era tu nombre?
Yo tenía 29 años y comencé a dar clase en Zamora, en el periodo de
nocturno, con alumnos bastante más mayores que los habituales del BUP de por
las mañanas. La diferencia de edad entre ellos y yo era mucho menor que ahora. Cuando
uno empieza a dar clase se identifica mucho con los alumnos que tiene delante, casi
te cuesta creerte el puesto en el que estás, pues durante mucho tiempo has
estado sentado donde ahora los ves a ellos.
Recuerdo que ellos me veían como un profesor joven y yo los miraba como si hubieran podido ser compañeros míos en los últimos años de
carrera.
Guardo recuerdos gratos de aquél primer año y aún guardo memoria de una
alumna a la que solo daba una hora a la semana. Debía ser una ética o algo así.
Era guapísima y me llamó la atención desde la primera clase.
Lo que quería contar es una anécdota tonta.
Transcurridas unas semanas ella hizo una pregunta en clase.
Me sabía su nombre de sobra pero para disimular mi interés fingí no saberlo.
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Perdona, ¿Cómo te llamabas?
En realidad era una pequeña venganza. A mí me hubiera gustado que ella
se hubiera interesado por algún tema de los que yo había explicado, aquello
hubiera sido preocuparse de algún modo por mí, pero nada de eso. Su pregunta
era sobre si algo entraba o no en el examen, la típica pregunta del alumno
que pasa de la asignatura y al que lo que único que le interesa es aprobar.
No recuerdo que pasó con aquella chica el resto del curso. Me
ha venido a la memoria esa pequeña picardía de principio de curso en la fingí que no sabía su
nombre. Durante muchos años estuvo por casa el cuaderno del profesor de aquel
primer año, que me daba pena tirar. En él estaban las fichas con las fotos de
todos aquellos alumnos.
De ella puedo decir que era guapa aunque su rostro se borró hace
tiempo y para siempre de mi memoria. Lo que sí queda aún, y me sorprende, es su
nombre. También era bonito: se llamaba Alejandra.
¿No cuenta el protagonista de “El nombre de la rosa” algo similar?