06 noviembre, 2013

Anécdota infantil

El niño era pequeño. No recuerdo exactamente su edad, pero ya iba al colegio. La maestra llamó un día a sus padres para hablar sobre él. Su hijo no paraba de decir tonterías en clase para que los compañeros se rieran y de este modo interrumpía el ritmo normal de la clase. La maestra ya lo había castigado varias veces por esta conducta pero el niño no cambiaba. Al volver a casa su padre habló muy seriamente con él y le echó una bronca por lo que hacía. El niño se mantuvo callado todo el tiempo escuchando la reprimenda. Su padre terminó la bronca diciéndole: ¿Es que quieres convertirte en el payaso de la clase? El niño no sabía lo que era una pregunta retórica y únicamente dijo: Sí.

3 comentarios:

  1. Ja, ja....Muy bueno, de verdad. Genio y figura...

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  2. En realidad, la anécdota es bastante más que una boutade. No sé si es en San Manuel o en Niebla donde Unamuno cuenta la historia del payaso que, mientras su mujer agoniza, sigue con su función, sigue representando su papel, sigue haciendo reír a la gente porque ese es su trabajo y es un trabajo importante y necesario. Me parece que Unamuno le da casi un sentido religioso,un carácter sagrado a ese oficio humilde que logra dar un rato de felicidad y despreocupación a gente también sencilla y humilde acuciada por el drama de la vida, por el trabajo diario, por el futuro.
    Es verdad que es un tópico el del payaso que llora bajo el maquillaje brillante y grotesco, pero como todos los tópicos tiene bastante verdad. La vida es comedia y drama.

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  3. Ah, muchas gracias por tu respuesta, Loiayirga, pero no te atormentes tanto; no creo que nadie lo considere un derecho adquirido, que respondas a su comentario, ni lo interprete como señal de mala educación si no lo haces. Tampoco los lectores comentan todas y cada una de las entradas: cada cual expresa su opinión cuando una entrada en concreto le sugiere o le inspira alguna reflexión, nada más.
    Las novelas rusas son increíbles, te sorben el seso, acaparan toda tu atención. Dostoyewski en especial. Anna Karénina es probablemente una de las mejores novelas del XIX sobre el adulterio, junto con Madame Bovary o La Regenta. Yo creo que no le falta razón a tu padre con eso de la modernidad de Tolstoi porque, efectivamente, respecto a Manzoni, el punto de vista se ha desplazado ya bastante hacia la subjetividad de los personajes.

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