31 octubre, 2013

Buenos por comparación.

Cuando criaba a mis hijos me di cuenta de que existía un modo tramposo de creerse buen padre: pensar que tu pareja aún lo hace peor. Los que tendemos a ser muy críticos con nosotros mismos tenemos graves problemas. Siempre (o casi siempre) tenemos remordimientos. Por eso, un modo de acallarlos puede ser creernos buenos por comparación. De este modo cuanto peor lo haga el otro (o cuanto peor nos creamos que lo hace) mejores podemos sentirnos.

Naturalmente esto es algo pernicioso pero creo que en la vida cotidiana está a la orden del día.

Por ejemplo ¿por qué surgen roces entre los hijos adultos que cuidan a unos padres ancianos? Puesto que todos tienen un mismo objetivo ¿no deberían andar todos en armonía y unirse cada vez más en torno a ese objetivo? Pues no, muchos terminan peleados y tirándose los platos a la cabeza.

Existen muchas razones pero creo que una de ellas es esta: Yo puedo llegar a ser muy buen hijo si el otro lo es muy malo. Para ello no importaría tanto lo que hace el otro hijo como el modo como yo interpreto lo que hace.

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