23 septiembre, 2013

Resistiendo la presión

En una ocasión, conté aquí el procedimiento que he encontrado para que los alumnos puedan quejarse de la nota de un examen y al mismo tiempo verme libre de la presión que supone que ellos muestren su disgusto. Si bien en este asunto tengo cierta debilidad, me las ingenio para combatirla. Como muestra de esto último quería copiar aquí el correo que le envié a un alumno hace años para avisarle de que no estaba dispuesto a ceder a sus exigencias. 

En la primera parte del correo resaltaba la importancia de sus errores en el examen y le explicaba las razones por las que tenía que hacer la recuperación. Terminaba mi correo así:

“Advierto en ti tentaciones de usar el enfado como un argumento, como una manera de presión. Tu actitud de ayer parecía insinuar: ¡si no me apruebas me enfado! Eso no lo puedo consentir. No tengo la culpa de que estés suspenso y también yo puedo enfadarme si quieres responsabilizarme a mí de tu fracaso.
En la recuperación del primer trimestre, advirtiéndote que estudiaras más en este, te permití examinarte solo de un autor como una concesión y cuando la cosa no estaba nada clara. No voy a regalarte nada más.”

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