29 septiembre, 2013

¿Pensar en la muerte?

El curso pasado, animado por unos “amigos” de internet, me decidí a explicar en clase unas páginas del libro de primero de bachillerato que tratan de la muerte. Los libros de texto, hoy en día, son muy largos y el profesor escoge dar lo que le parece, de modo que lo que le pasaba a ese tema en mis clases era que, como muchas otras cosas, se quedaban sin ver por falta de tiempo.

Explicaba en el manual que unos autores han creído que la reflexión sobre la muerte es esencial a la reflexión filosófica e ilumina la vida. Otros, sin embargo, como Spinoza, han sostenido que lo que tiene sentido es pensar sobre la vida.

Yo no sé a qué carta quedarme. ¿Tengo que afrontar la vejez y la posible muerte de mis padres con distancia, como algo que les pasa solo a ellos y no a mí? ¿O debo recordar, a cada instante, que esa es la condición humana y por tanto la mía, tarde o temprano?

¿Adoptar la segunda perspectiva me llevaría a una depresión? ¿O por el contrario ser consciente del final es la manera más realista y mejor de vivir con mayor profundidad? ¿Puedo realmente elegir entre estas dos posibilidades o mi temperamento me llevará necesariamente a una cosa u otra?

Los males de otro duelen porque somos seres compasivos. Pero al mismo tiempo el hecho de ser de otros convierte esos males en un alivio.

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