Lo que quiero es que me quieran.
A mí lo que me gusta es que me quieran. Creo que ese es todo
mi afán en la vida. Que me quieran. Aristóteles dice que sólo tiene sentido
desear la fama porque reconoce el mérito que hay en nosotros. Según él deseamos
la fama porque lo que anhelamos es el mérito.
- - Imagina que vales mucho pero nadie se da cuenta.
- - Eso no es posible.
- - Claro que es posible. En cualquier caso,
imagínalo.
- - Vaya putada.
- - ¿Qué prefieres? ¿que la gente te quiera o valer
mucho?
- - Yo quiero que la gente me quiera mucho porque
creo que eso significa que valgo mucho.
- - Imagina que ambas cosas fueran por separado.
¿Qué preferirías?
- - No estoy seguro.
- - Piensa un poco.
- - Yo quiero que me quieran. Pero es que doy por
supuesto que si te quieren es porque vales. Y al contrario. Imagina que estás ante un público muy poco
ilustrado y todos admiran tu modo de hablar porque son tontos perdidos. ¿Te
sientes feliz?
- - No sé pero te diré una cosa… cuando ante un
grupo consigo contar cosas que tienen gracia y durante un rato consigo divertir
a la gente y lo pasan bien conmigo soy feliz con independencia del cociente de
inteligencia del grupo. Si les divierten mis chistes me da lo mismo quienes
sean y si mis chistes son ingeniosísimos o no.
- - Quizás porque supones que si haces gracia eres
muy ingenioso. Quizás lo que deseas es valer.
- - No lo sé. Quiero que me quieran. Quiero valer.
Pero ante todo quiero que me quieran.
- - ¿Pero cualquiera?
- - Hombre, prefiero que me quieran aquellos a los
que yo considero valiosos.
- - Ya aparece otra vez el valor.
- - Ya.
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