18 septiembre, 2013

Alumnos obedientes

El alumnado que tenemos en mi centro es excepcional.

A veces me sorprendo de lo obedientes que son. A mí la obediencia –contrariamente a lo que podría pensar alguien más “moderno”- me parece una buena cualidad para ser un buen alumno. (Quizás justifique esto en otro post).

Primer día de clase. Primera clase con un grupo. Treinta alumnos de primero de Bachillerato. Las aulas están cerradas y los alumnos están en el pasillo (es una característica de mi centro), abro la puerta y ellos entran, no les advierto nada y dejo que se sienten como quieran, sin darme cuenta que los voy a colocar por orden de lista. Ésta era la tercera hora de la mañana y ya estaba yo relajado, a primera estaba más tenso y les advertí desde el comienzo lo que iba a hacer, antes siquiera de que se sentaran. 
En este grupo me presento en dos minutos, y pregunto si el tutor los colocó de algún modo especial. Me dicen que no. Digo que en mi clase se sentarán por orden de lista.
Aquí viene mi sorpresa. Nadie dice ni pío. No se oye ni un murmullo. Únicamente el ruido normal de la gente levantándose poco a poco para ir acudiendo al lugar que yo le voy marcando a cada uno. La verdad es que sorprende bastante (me sorprende a mí y seguramente a muchos compañeros míos) que un profesor dé una orden y el alumno no se queje y obedezca sin rechistar a la primera, aunque ésta no le guste. Da gusto trabajar con un alumnado así. Y desde luego me confirmo en la idea de que hablar de la enseñanza en España es una abstracción, como ya expliqué aquí.


Dentro de quince días a lo mejor echo pestes, pero, de momento, da gusto.

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