Lotería en verano.

Nunca le he tenido simpatía a la lotería. No compro nunca. Pero es cierto que mi mujer compra cantidad suficiente para mí y para ella. Su padre era muy aficionado y todos los hijos han seguido esa afición. Sin ir mas lejos, ayer compró una participación en un bar de Arenas. Compró en agosto lotería para la próxima Navidad.  

Se me ha ocurrido que en Navidad podía poner un cartel en la sala de profesores que dijera lo siguiente:

“Se recuerda a todos los profesores de izquierdas que la lotería es de derechas. La idea de que con un poquito de dinero de muchos el azar convierta a uno (o unos pocos) en millonarios no casa con el reparto igualitario de la riqueza que preconiza la izquierda. Además es el opio del pueblo. Sirve para que la olla no estalle. El sueño individualista de que el próximo domingo me tocará la quiniela (ya sé que no es lo mismo pero para lo que nos concierne similar) ayuda a los trabajadores a soportar la explotación capitalista.

Esta idea se me ocurrió a mi solito hace muchos años. Se le puede ocurrir a cualquiera a poquito que piense un poco, pero no tenemos la costumbre de pensar sobre lo demasiado cotidiano. Posteriormente me puse muy contento cuando la vi explicada en un libro de Gustavo Bueno que ojeé/hojeé en Carrefour. No la he vuelto a ver en ningún otro sitio y me parece extraño que no lo haya dicho más gente. O quizás lo han dicho y yo no lo he leído.