24 agosto, 2013

Círculo vicioso

A veces uno escucha decir a alguien: “Esa persona no me saluda”. Por el modo de decirlo muchas veces puede entenderse que ese alguien fue quien le negó el saludo hace tiempo a él y desde entonces nada de nada. Pero hay que desconfiar. ¿Quién le negó el saludo a quien?

Las antipatías suelen ser mutuas y quizás sucedió algo parecido a lo siguiente. Caminando por un pasillo, lo viste a lo lejos y apartaste la mirada unos instantes con desagrado y  te pusiste tenso. Tenías voluntad de saludarlo, por cortesía, pero cuando os ibais a cruzar y volviste a mirarlo, él ya había visto tu cara de vinagre y creyó que eras tú quien le negaría el saludo. No quería sentirse rechazado y ya no te miraba. Ninguno dijo nada pero los dos interpretasteis que era el otro el que no quería saludar.

Todos mis hermanos y yo nos ocupamos de mis padres viejos. Algunos viven fuera y no es fácil juntarse todos, por eso intercambiamos información por internet, a través de mails. Sobre qué hacer con el piso que mis padres tienen para alquilar, sobre como contratar a la mujer que los cuida, sobre el resultado de las visitas al neurólogo… Una de mis hermanas cree que otro de mis hermanos se ocupa poco de ellos. * En coherencia con este reproche cuando ella cuenta cosas por internet sobre mis padres, nunca incluye a ese hermano entre los destinatarios de ese mail que envía. “Para qué” pregunta retóricamente ella. Pero es esa una dinámica perversa porque si todos los hermanos hiciésemos lo mismo y lo excluyéramos le llegaría muchísima menos información sobre mis padres y lo que los demás hacemos por ellos. Con lo cual estaríamos potenciando aquello que se supone que queremos evitar.



*(Esto seguro que es  un fenómeno originalísimo de mi familia y no sucede en ninguna otra –ironía-)

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