LEYENDO EL QUIJOTE
He leído este mes de julio la primera parte del Quijote. Lo
he pasado bien pero si nadie me lo hubiera dicho no hubiera sabido que es la
obra de la literatura traducida a más lenguas. Yo me quedo más maravillado
cuando encuentro un penetrante comentario sobre psicología en los ensayos de
Aurelio Arteta que cuando leo una novela, aunque tenga la altura literaria del
Quijote. ¿Por qué casi nadie lee a los clásicos? ¿No se supone que podemos
encontrar en ellos sustancia que no se halla en otros lugares? Si se supone que
son un valor seguro ¿por qué tantísima gente prefiere leer autores actuales?
Le pregunté a un compañero que da clase de Lengua si había
leído “Guerra y Paz” –de algún modo le estaba pidiendo que me animara a leerla-
y me dijo que lo leyó, pero que hay obras que si no las lees de joven ya no las
lees.
¿Por qué a los clásicos sólo los leen los estudiantes y
porque se los ponen como lectura obligatoria?
Una de dos: o dice algo malo de nosotros o dice algo malo de
los clásicos.
Ahora estoy con la segunda parte, que me he traído a Londres,
y lo cierto es que me lo paso muy bien leyendo. Aunque que tengo que decir que
yo no estoy preparado para la novela.
Busco en la novela las ideas que encontramos en los ensayos
y me cuesta encontrarlas.
En realidad parto de un supuesto erróneo. Creo –equivocadamente-
que las narraciones tienen unas enseñanzas que hay que extraer y en mi
ignorancia querría que alguien me dijera “lo que dice el quijote” y me ahorrara
leerlo. El supuesto erróneo es creer que
una novela se puede traducir a ensayo. Las historias, su valor, está en la
historia misma y lo que cuentan está en ese contar. Eso al menos sucede con los
mitos. Cada época los relee y los recrea en función de su situación.
Dicen que la segunda parte del Quijote es mejor que la
primera. Desde luego me está divirtiendo más. Además las aventuras las conozco
menos y las leo con más interés.
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