13 agosto, 2012

ESTO SE ACABA, SEÑORES, ESTO SE ACABA.


Cuando mi padre hizo su oposición para ganar la plaza en la Escuela de Artes y Oficios había entre los candidatos un aspirante manco. En el examen de copia del natural el hombre andaba sobrado, le faltaba el brazo izquierdo pero con el derecho dibujaba estupendamente. Cuando al final del ejercicio –quedaban pocos minutos- algunos compañeros andaban atareados y con prisa terminando el dibujo que los examinadores les habían planteado él con el suyo ya terminado y muy alegre comentaba en voz alta: “Esto se acaba, señores, esto se acaba.” Supongo que en un examen de dibujo del natural la gente puede hablar, no es como un examen convencional, no lo sé, mi padre cuenta que el hombre decía aquello y que todos podían oírlo.
En el siguiente ejercicio, que era de dibujo técnico, el manco tenía que usar un sistema de pesas para poder utilizar las reglas. Usando solo un brazo colocaba el cartabón y la escuadra en su sitio, ponía encima unas pesas y luego podía trazar la línea correspondiente. Este laborioso procedimiento le permitía dibujar pero naturalmente le llevaba bastante más tiempo que a los compañeros que mientras sujetaban las reglas con la izquierda trazaban las líneas con la derecha .
Cuando faltaba poco tiempo para acabar el plazo asignado al dibujo técnico algún otro aspirante, viendo al manco apurado y todavía dibujando, le recordaba su alegría del ejercicio anterior: “Esto se acaba, señores, esto se acaba”.
Esta anécdota que contaba mi padre es conocida por todos en casa y la frase la decimos a veces cuando ya queda poco de algo.
Era mi madre la que el otro día, con guasa y supongo que algo de tristeza, la recordaba hablando de la vejez de mi padre y de la suya propia.

“Esto se acaba, señores, esto se acaba.”.

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