28 marzo, 2011

LO QUE YA NO CREO

Mi padre tenía ideas de izquierdas, y en ellas me eduqué. Mi padre fue un antifranquista de los que dejaron que Franco se muriera en la cama y de él aprendí todo lo que he sabido de política hasta hace muy poco.

Pero ya hace tiempo que mis ideas han cambiado.

Antes tenía una serie de dogmas que casi no conocía, eran como las creencias de Ortega, que estás en ellas aunque no te das cuenta de que estás. Hoy ya las he hecho conscientes y ya no creo en ellas, pero las conozco como si me hubieran parido porque durante la mayor parte de mi vida he sido ellas.

Hoy he cambiado (ya hace tiempo, aunque a mí me parece poco, quizá 15 o 20 años) pero hoy quiero ponerlo por escrito.

YA NO CREO…

Que la gente de izquierdas es mejor que la derechas, porque quieren que las injusticias desaparezcan, no como los otros que quieren perpetuarlas.

Que la gente de izquierdas luchan para que desaparezcan privilegios y son más altruistas que los de derechas.

Que la gente de izquierdas no es demagoga, va con la verdad por delante, no se aprovecha de la ignorancia del pueblo, al contrario hace lo posible para acabar con ella. (Un hombre de cincuenta años me decía: “y me sorprende que la izquierda haya sido tan demagoga en este tema porque la izquierda no suele serlo”. Yo ya no soy ese iluso.)

Ya no me trago lo que se ha dado en llamar la “la superioridad ética de la izquierda”.

Creo que todos los seres humanos están hechos de la misma pasta y si bien es verdad que las ideas configuran su modo de ser, en gente de todas las ideologías podemos encontrar similares motivaciones a la hora de vivir. Izquierdas y derechas son distintas soluciones a los mismos problemas. Y hay que buscar en cada momento la que mejor conviene. Y por eso tiene sentido la democracia. Y hay que encontrar el equilibrio necesario entre el individualismo y el estatalismo. Creo que el oponente político no es un enemigo malísimo, sino un tipo que tiene distinta idea que yo a la hora de organizar la convivencia. Yo no soy bueno y los otros malos sino que ambos tenemos ideas distintas de cual deben ser las soluciones a los problemas.

Antes no sabía que la persona de izquierda, muchas veces, lo que quiere no es hacer un mundo mejor sino sentirse bien pensando qué bueno sería el mundo si se gobernara según sus ideas.

Antes creía que las ideas de izquierdas sólo habían traído cosas buenas y las de derechas malas. Ahora soy consciente de que las revoluciones (todo lo bien intencionadas que se quiera) engendran monstruos. Y que en muchas ocasiones crean tantas víctimas como el injusto orden imperante.

Quizá os parezca una bobada y una cosa que ya sabíais hace mucho pero hoy sé que la derecha no es mala ni la izquierda buena.

3 comentarios:

  1. Yo tampoco lo creo. Y no es una bobada: aunque la cosa debería estar clara, todavía no ha calado.

    Por cierto: me alegra ver que has resucitado. Sigue publicando!

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  2. Yo también sé que la izquierda no es mala ni la derecha buena.

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  3. Yo lo que creo es que ahora por reacción ante la desilusión con la izquierda se puede ser demasiado condescendiente con la derecha. En principio ni la izquierda ni la derecha deberían ser malas pero de hecho lo son porque son los mismos políticos los que no creen en la transversalidad de la que hablas, no están dispuestos a cooperar en vez de competir por el poder.
    Enhorabuena por retomar tus reflexiones públicas.

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