CREERSE VAN GOGH.
Mi padre es pintor y admirador de Van Gogh. Siendo yo muy joven me explicó el suicidio de este pintor a su manera.
Van Gogh tenía una visión dolorosa de la realidad. O le producía dolor no poder reflejar en sus telas todo lo que veía, no lo sé exactamente. Tradicionalmente se dice que no se puede ver el rostro de Dios sin morir. Es decir, no se puede ver “tanto”, o con otras palabras: la visión de Dios “no se puede aguantar”. A Van Gogh le habría pasado algo así, aunque no tuviera en él un carácter religioso. La intensidad de su “penetración” en la Realidad sería tal que el hombre no lo pudo suportar.
No sé que dirán los psiquiatras, esta interpretación tan poética es la que mi padre me trasmitió y es con la que he vivido.
Os quería contar hoy que cuando tuve la depresión de juventud, que marcó mi vida, creí que me había convertido en Van Gogh.
Todo comenzó durmiendo muy poco o nada durante tres noches seguidas. Tres noches en vela en mi cuarto, solo, dando vueltas en la cama a oscuras, o encendiendo la luz y leyendo a ratos, pensando, rumiando, hablando conmigo mismo durante horas y horas sin parar o casi sin parar para que la cabeza descansara. Después de semejante exceso entré en un estado de excitación que se salía bastante de la normalidad.
Tras aquello, un día antes de acostarme, el terror que me producía no dormir durante una noche más me llevó a sentarme frente a mi padre en su mesa del despacho y explicarle lo que me pasaba. Recuerdo que una de las explicaciones que le di fue esta: creía que me pasaba lo que a Van Gogh. Creía ver “más” que los demás y “me dolía”, me hacía daño captar la realidad de las cosas. Supongo que también le dije que tenía ideas de suicidio.
Gozar y sufrir parece que están condenados a estar juntos. Digamos que tengo una especie de trastorno bipolar “light”. Experimento intensas alegrías con gran facilidad. Me es relativamente fácil estar eufórico pero como si se tratara de una balanza trágica los picos del extasis en la gráfica de mi estado de ánimo han de compensarse tarde o temprano con miedos, zozobras, temores y pesares de parecida intensidad. Cuando sufro, padecimientos irracionales y desproporcionados para el objeto que los causa, estaría dispuesto a renunciar a todas las alegrías con tal de no pasar por ellos. Sin embargo cuando experimento alegría gozo tanto y lo paso tan bien que creo que compensa con creces ser quien soy. En general se impone en mi vida el balance positivo.
“Dulce es vivir aunque se sufra en vano. Aunque se goce en vano, dulce es vivir.”
No creo que todo sea en vano. Vivir es dulce y estoy contento de estar vivo. Muy contento. Aunque a veces me duela mucho y me llene de amargura.
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