ARTE POR EL ARTE
No conozco a nadie que tenga tan arraigado en su vida la concepción del arte por el arte como mi padre. Es tremenda su vocación.
Se pasa días enteros, horas y horas, elaborando pequeñas cosas hermosas que sólo él echa de menos que existan. Disfruta creando cuadros que no le van a reportar dinero, ni prestigio ni prácticamente alabanzas, hace mucho que ni vende ni expone, y su familia que a estas alturas de la vida constituye prácticamente su único público no le presta demasiada atención a su obra.
Mi padre encuentra placer en crear. Aún recuerdo una versión en romance que hizo de una eneida de Virgilio. Recogió varias traducciones y mirando el texto latino se hizo idea de lo que decía textualmente el original. Luego inventó su propia versión libre. Para nada, por gusto.
Su última empresa es un recordatorio de las bodas de oro que dentro un mes celebrarán mi madre y él. Lo está elaborando él mismo y luego hará fotocopias en color para todos.
Nunca le prestó gran atención al mundo del colache pero últimamente es lo que más le gusta.
De una lámina modernista (guardada con otras muchas en una carpeta enorme que yo miraba de niño) ha sacado un tapiz que le va a servir de fondo. Sobre él irán las figuras de los novios, que serán representados jóvenes, la imagen de los dos viejecitos enamorados le parece que se presta al cachondeo.
La cabeza del novio la ha sacado de una fotografía suya antigua a la que le ha añadido algo de pelo, el que se supone que tenía cuando la fecha representada, aunque mi padre siempre tuvo unas entradas muy pronunciadas. La figura de la novia será completamente dibujada por él pero el estampado del vestido será una fotocopia del estampado de la tela que realmente usó mi madre en su boda. Mi madre, hace cincuenta años, no se casó blanco sino de verde y aún conserva el vestido.
Al lado de los novios un planta con cinco grandes hojas (como de Ficus) nos representa a los cinco hermanos, la planta ya presagia los hijos que tendrá la pareja, y más arriba, 12 capullos son una metáfora de los nietos que tienen en la actualidad. ¡Y que viva la simbología!
Se ha pasado horas enteras probando distintos colores para la alfombra, la pared, el tapiz del fondo. Lo que más llama la atención es ese trabajo minucioso, discreto, que cuida el mínimo detalle, constante, callado, que no se desanima cuando los hechos contradicen el proyecto imaginado. Es un esfuerzo gratuito, algo que no le piden, realizado sólo por afición, sin que nadie vaya luego realmente a valorar como se merecen tantas horas de dedicación.
Mi padre hace lo que hace por el gusto de hacerlo, con el deseo de que la obra salga lo más lograda posible y sin esperar mayor recompensa que ver su proyecto terminado. Supongo que mientras está enfrascado en la tarea le gusta imaginar que será un éxito y que todos alabaremos mucho el resultado final, pero por experiencia tiene que saber que la atención prestada por todos nosotros durante unos minutos no puede compensar el tiempo dedicado. Sólo el gusto de hacerlo es el premio.
Mi mujer dice que mi padre es como debían ser todos los viejos. Se busca él solo la ocupación, tiene un oficio en la vida y no da guerra a los demás. La verdad es que es envidiable. Yo de mayor quiero ser como él.
YO TAMBIEN, un beso
ResponderEliminarchuchi