HACER COSAS ES DIFÍCIL
Hacer algo es difícil. Hay que estar dispuesto a fracasar. Tienes que aceptar que no saldrá perfecto y que se podía haber hecho mejor. Además siempre hay alternativas u otros modos en los que podría haberse hecho.
Hace unos meses se me ocurrió que los viejos ordenadores del instituto que han sido sustituidos en el centro por otros nuevos (sólo funcionaban con Windows 98) en lugar de estar arrumbados en un almacén podían donarse a algunos alumnos que no tuvieran para que les sirvieran durante algún tiempo.
Contando con el permiso de Dirección he organizado un sorteo entre los alumnos que lo solicitaron, pero a lo largo del proceso me han surgido un montón de dudas sobre como hacerlo.
Al final todo ha terminado bien. Pero me ha hecho consciente de por qué no tomo más iniciativas.
Tengo tendencia a irme atascando en el proceso de decisiones. Me gustaría que las cosas fueran perfectas y me cuesta decidirme, pues optar por una solución supone renunciar a otras que también tienen ventajas. Me gustaría que se pudieran hacer tortillas sin romper huevos.
Cioran decía algo parecido a lo siguiente. Ante dos alternativas, cuando escojo una, siempre me quedo lamentando no haber escogido la otra. Es el principio del perfecto masoquista.
Yo tengo algo de eso. Hago las cosas de un modo. No han salido mal. Pero como podían haberse hecho de otro se podrían haber hecho de otro. Tras hacerlas descubres que había un sistema mejor. Pero ya no tiene remedio. Y entonces te lamentas. Casi te fijas más en las ventajas ya imposibles de lo que podía haber sido (¡qué lastima que no fue!) que en los beneficios reales de lo que fue.
No te digo nada si surgen dificultades, si hay errores evidentes en el proceso, si los compañeros critican lo que haces, si te das cuenta de que has metido la pata en algo...
Gracias a Dios no ha pasado nada de eso pero
Patricia, una profesora nueva en el centro me decía que en todo eso se pierden muchas energías para nada. Que el que tiene otra cosa que hacer no puede estarse doliendo de lo que salió mal. Quizá sea ese el problema. Que tengo poco trabajo. Que tengo demasiado tiempo para darle vueltas a las cosas.
En fin, he conseguido que unos ordenadores que se iban a quedar viejos en el almacén del centro estén siendo usados por 12 alumnos. Y además he aprendido como debería plantearme las cosas y como es nefasto que lo haga.
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