DOS ARTÍCULOS INTERESANTES
Colgué hace tiempo en el blog de textos ajenos dos artículos (Julián Marías y Miguél Delibes) que quería hoy invitaros a leer. Me he acordado de una anécdota que puede servir para presentarlos.
Sucedió mientras estaba de excursión con unos alumnos en el monte. Ya no recuerdo bien, supongo que sería una de las excusiones que proyecta el departamento de Biología. Habíamos caminado durante un largo rato bajo el sol y, por fin, llegamos a un lugar en el que había sombra en la cual nos paramos para descansar. Había allí un pilón lleno de renacuajos y los chicos estuvieron jugando a salpicarse unos a otros. En un determinado momento le dije a una alumna. “Voy a ver si consigo aplastar a uno contra la piedra”. Me refería a aplastar a un renacuajo, no a un alumno. Y con la ayuda de un palo me puse a intentarlo. Aún recuerdo la cara de la pobre chica. “No se te ocurra hacer eso. Asesino.” Asesino es lo que me llamó varias veces y completamente en serio. ¿Sabrá esta chica lo que es una asesino? No me extrañó su reacción porque conocía a sus padres y sabía que eran un matrimonio moderno y muy ecologistas. Pensé que su respuesta era debida a la educación que había recibido de protección de la naturaleza y todo eso. Pero entonces recordé que aquella misma chica, un día, en clase, hablando de los embarazos no deseados se había manifestado firme partidaria del aborto. La contradicción se presentó muy viva en mi cabeza en aquel momento. Está mal matar renacuajos de rana pero en el caso de un embrión humano somos más sensibles a la molestia que puede causar un embarazo no deseado que al embrión mismo. Creo que a esta chica le hubiera parecido un exceso si alguien hubiera calificado de asesino a quien aborta.
Creo que esa es la mentalidad actual de la que participa mucha gente. Al tiempo que se compadecen, del dolor de los animales, como si fuera un dolor humano, ignoran el sufrimiento de aquellos que no llegan a nacer porque sus padres interrumpen su vida dentro del vientre materno. A mi esto me parece absurdo y creo que tiene que ver con algo que ya hemos mencionado aquí: se pretende borrar la linea que existe entre personas y animales.
Ya sabéis que el conflicto del aborto está en dilucidar si el embrión que pugna por crecer y vivir, es o no es un ser humano; y no voy a entrar ahora en la polémica. Lo que me parece es que puestos a compadecerse debíamos sentir más cercano, más nuestro, más digno de compasión a quien puede llegar a ser una persona, si le dejan, que a cualquier animal. Lo contrario me parece el mundo al revés.
Creo que es de buen corazón sentir pena ante el dolor de los animales. Y creo que se debe evitar su sufrimiento inútil. Creo que denota buenos sentimientos. Pero, con mayor razón, me parece inhumano y falto de corazón quien no siente compasión ante la muerte provocada o no del que pudo llegar a ser humano.
El artículo de Delibes trata del aborto y está aquí.
El artículo de Marías trata del mismo tema y podéis encontrarlo pinchando aquí.
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Ya os contaré algo sobre Londres, paciencia, hoy no tengo tiempo.
Te has expilcado perfectamente, asesino de renacuajos.
ResponderEliminarEso pasa por ir a una excursión de Biología. Curiosón.
ResponderEliminarFeliz año. Esperamos tus comentarios de Londres.
Juro por Apolo, el médico, Esculapio, por Hygeia y Panacea y por todos los dioses y diosas, poniéndolos de jueces, que éste mi juramento será cumplido hasta donde tenga poder y discernimiento.
ResponderEliminarA aquel quien me enseñó este arte, le estimaré lo mismo que a mis padres; él participará de mi mandamiento y si lo desea participará de mis bienes. Consideraré su descendencia como mis hermanos, enseñándoles este arte sin cobrarles nada, si ellos desean aprenderlo..
Instruiré por precepto, por discurso y en todas las otras formas, a mis hijos, a los hijos del que me enseñó a mí y a los discípulos unidos por juramento y estipulación, de acuerdo con la ley médica, y no a otras personas.
Llevaré adelante ese régimen, el cual de acuerdo con mi poder y discernimiento será en beneficio de los enfermos y les apartará del perjuicio y el terror. A nadie daré una droga mortal aún cuando me sea solicitada, ni daré consejo con este fin. De la misma manera, no administraré a la mujer pesarios para provocarle aborto; mantendré puras mi vida y mi arte.
No operaré a nadie por cálculos, dejando el camino a los que trabajan en esa práctica. A cualesquier casa que entre, iré por el beneficio de los enfermos, absteniéndome de todo error voluntario y corrupción, y de lascivia con las mujeres u hombres libres o esclavos.
Guardaré silencio sobre todo aquello que en mi profesión, o fuera de ella, oiga o vea en la vida de los hombres que no deba ser público, manteniendo estas cosas de manera que no se pueda hablar de ellas.
Ahora, si cumplo este juramento y no lo quebranto, que los frutos de la vida y el arte sean míos, que sea siempre honrado por todos los hombres y que lo contrario me ocurra si lo quebranto y soy perjuro. Fin.
PROMETO SOLEMNEMENTE consagrar mi vida al servicio de la humanidad;
OTORGAR a mis maestros el respeto y la gratitud que merecen;
EJERCER mi profesión a conciencia y dignamente;
VELAR ante todo por la salud de mi paciente;
GUARDAR Y RESPETAR los secretos confiados a mí, incluso después del fallecimiento del paciente;
MANTENER, por todos los medios a mi alcance, el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica;
CONSIDERAR como hermanos y hermanas a mis colegas;
NO PERMITIRÉ que consideraciones de edad, enfermedad o incapacidad, credo, origen étnico, sexo, nacionalidad, afiliación política, raza, orientación sexual, clase social o cualquier otro factor se interpongan entre mis deberes y mi paciente;
VELAR con el máximo respeto por la vida humana;
NO EMPLEAR mis conocimientos médicos para contravenir las leyes humanas, incluso bajo amenaza;
HAGO ESTAS PROMESAS solemne y libremente, bajo mi palabra de honor
Amén.
No lo haría.