LOTERIA
Nunca he entendido la lotería. Nunca ha comprado. Recuerdo que cuando comencé a trabajar, mi padre, también teacher, que se había jubilado un año antes me pidió que le comprara de la que vendía en mi instituto. Yo entonces era un joven de principios y me negué. Tuvimos una pequeña pelotera.
Siempre me ha parecido que la valía de las personas también puede verse por el valor de sus sueños. Ser millonario me parece un sueño muy pobre. Mi vida no mejoraría sustancialmente si me tocaran un montón de millones. Creer que lo mejor que te puede pasar en la vida es que te toque la lotería es tener la imaginación de un microbio.
Ya os conté una vez que de jovencillo quería ser santo. O revolucionario. Hace tiempo que perdí esas esperanzas. Ahora me gustaría ser mejor profesor, que mis hijos fueran más responsables, o que mi blog se hiciera famoso. Este último es un sueño pobre también, ya lo sé, y también da mi auténtica medida, pero a estas alturas para qué voy a mentiros.
Desde luego lo de los millones me parece de una simpleza que espanta. Y no digo que no me gustaría tener ya pagadas las hipotecas o poder hacer algunos viajes caros sin preocuparme del money.... a nadie le amarga un dulce. Lo que me entristece es que se convierta en el único sueño, en el mayor sueño de la vida de una persona.
Yo estoy feliz con lo que tengo. No necesito más. Eso sí, mi mujer siempre compra. Su padre era muy aficionado. Supongo que si le tocara son gananciales pero tampoco estoy muy enterado. Hace tiempo tenía con ella también una pequeña discusión todos los años. Ya no.
Pero lo que es de una incoherencia pasmosa es “ser de izquierdas” y aprobar la lotería. En una sociedad tan partidaria del igualitarismo la gente no se da cuenta que comprar un billete de lotería es justificar las desigualdades tremendas entre ricos y pobres. “Pongamos todos un euro para que uno sólo, sin ningún mérito especial, se los lleve todos”. Me puse muy contento cuando descubrí que también Gustavo Bueno había visto esto. Ya saben, “en mi soledad he visto cosas muy claras que no son verdad”. Le dedica una página en “El mito de la izquierda”. Lo he ido a buscar a la biblioteca, lo he escaneado y os lo he colgado aquí.
Y al final, la mayor tontería: Alegrarse de que el premio cayó muy repartido. Estoy esperando el día que caiga tan repartido tan repartido que a cada uno le toque exactamente lo que jugó. ¿No os parece que sería perfecto?
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Los compañeros me preguntan. Y si en el instituto toca ¿qué cara se te va a quedar?
De tonto, claro. Y lamentaría no haber jugado. Pero me quedaría el consuelo de que mientras a ellos la TV les harían una foto de grupo con sus botellas de champán y sus gritos a mi me dedicarían una pequeña entrevista en solitario. Ya estoy viendo los titulares. TRAS LA PUBLICIDAD ENTREVISTAMOS AL "TOLILI" QUE NUNCA COMPRABA.
Siempre me ha parecido que la valía de las personas también puede verse por el valor de sus sueños. Ser millonario me parece un sueño muy pobre. Mi vida no mejoraría sustancialmente si me tocaran un montón de millones. Creer que lo mejor que te puede pasar en la vida es que te toque la lotería es tener la imaginación de un microbio.
Ya os conté una vez que de jovencillo quería ser santo. O revolucionario. Hace tiempo que perdí esas esperanzas. Ahora me gustaría ser mejor profesor, que mis hijos fueran más responsables, o que mi blog se hiciera famoso. Este último es un sueño pobre también, ya lo sé, y también da mi auténtica medida, pero a estas alturas para qué voy a mentiros.
Desde luego lo de los millones me parece de una simpleza que espanta. Y no digo que no me gustaría tener ya pagadas las hipotecas o poder hacer algunos viajes caros sin preocuparme del money.... a nadie le amarga un dulce. Lo que me entristece es que se convierta en el único sueño, en el mayor sueño de la vida de una persona.
Yo estoy feliz con lo que tengo. No necesito más. Eso sí, mi mujer siempre compra. Su padre era muy aficionado. Supongo que si le tocara son gananciales pero tampoco estoy muy enterado. Hace tiempo tenía con ella también una pequeña discusión todos los años. Ya no.
Pero lo que es de una incoherencia pasmosa es “ser de izquierdas” y aprobar la lotería. En una sociedad tan partidaria del igualitarismo la gente no se da cuenta que comprar un billete de lotería es justificar las desigualdades tremendas entre ricos y pobres. “Pongamos todos un euro para que uno sólo, sin ningún mérito especial, se los lleve todos”. Me puse muy contento cuando descubrí que también Gustavo Bueno había visto esto. Ya saben, “en mi soledad he visto cosas muy claras que no son verdad”. Le dedica una página en “El mito de la izquierda”. Lo he ido a buscar a la biblioteca, lo he escaneado y os lo he colgado aquí.
Y al final, la mayor tontería: Alegrarse de que el premio cayó muy repartido. Estoy esperando el día que caiga tan repartido tan repartido que a cada uno le toque exactamente lo que jugó. ¿No os parece que sería perfecto?
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Los compañeros me preguntan. Y si en el instituto toca ¿qué cara se te va a quedar?
De tonto, claro. Y lamentaría no haber jugado. Pero me quedaría el consuelo de que mientras a ellos la TV les harían una foto de grupo con sus botellas de champán y sus gritos a mi me dedicarían una pequeña entrevista en solitario. Ya estoy viendo los titulares. TRAS LA PUBLICIDAD ENTREVISTAMOS AL "TOLILI" QUE NUNCA COMPRABA.
No hay mal que por bien no venga: aprovecharía para publicitar “el patatitas pochas”.
Loia, se le olvida quién es el mayor beneficiario de la lotería: papa estado que se queda con los premios no repartidos y con el 40% (más o menos) de la recaudación.
ResponderEliminarTodos los sorteos son un negocio para Hacienda. Dame cien que yo devolveré 60.
"Por fin el alma de Ulises, a quien le tocara la última suerte, acudió a elegir; habiendo renunciado a toda ambición, en recuerdo de sus antiguos sinsabores, anduvo buscando por largo rato la vida tranquila de un simple particular, hasta que dio con ella en un rincón, desdeñada por los demás, y entonces la escogió alegremente, diciendo que aunque su turno hubiese sido el primero, no habría hecho otra elección."
ResponderEliminarEl mito de Er
Pues yo siempre he tenido a una persona que conociendo mi poca afición a jugar ha comprado un décimo compartido, o eso dice, que nunca nos ha tocado nada.
ResponderEliminarYo, cuando hacía la tesis, era el único becario que no compraba lotería. Había cierto cachondeo con lo que diría cuando tocara y me entrevistaran por la TV: "Bueno, yo me alegro mucho por mis compañeros..."
ResponderEliminarAhora compro lotería por imperativo marital. Intenté explicar a mi mujer el concepto de esperanza matemática, pero no sirvió de nada.
Por cierto, muy bueno tu paso al límite de la idea de "premios muy repartidos..."
En fin, a ver si mañana me toca algo...
Y para colmo tiene ese tufillo de tradición.
ResponderEliminarYo no sé qué pedir en Navidad. Me salen ideas infantiles como "unas aletas", un "puching ball y unos guantes de boxeo". En fin creo que tengo las necesidades materiales bastante cubiertas.
No te olvides de la canoa, el bugui, la 3ª bicicleta...
ResponderEliminarY las espirituales?
Y las físicas?
Ayayay. Que igual te lee tu mujer.
Mis compañeros de trabajo se extrañan de que no quiera comprar loteria y siempre pretender animarme apelando a la envidia "¿y si nos toca qué?, tú ahí sufriendo por tonto"
ResponderEliminarPero yo ya tengo preparada la respuesta: "hombre, si os tocan 10 millones a cada uno malo será que que no pongáis 100000 ptas cada uno para el pobrecito que no compró, no creo que seais tan malos compañeros"