CUIDADOS PALIATIVOS
“Con los avances médicos actuales, no tiene justificación que el paciente sufra un periodo de dolor, cuando lo que se espera y desea es que el tránsito final sea lo más apacible posible. Esta idea todavía no está lo suficientemente asentada en la población ni en todos los profesionales sanitarios. Los datos españoles de consumo de opiáceos –uno de los más bajos de Europa, aunque en aumento- así lo demuestran.”
Es parte del texto que tienen que comentar en selectividad los más de ochenta alumnos que se examinan en septiembre en el aula en la que estoy yo también vigilando. El editorial de El País se queja de que en España no están suficientemente extendidos los cuidados paliativos a los enfermos terminales.
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Una joven de las que se examina lleva unas sandalias de dedo. Sentada en uno de los bancos del extremo, se ha descalzado y con toda naturalidad cruza las piernas y saca un pie desnudo, en alto, hacia a afuera por el lado del pasillo.
¿Esta chica no sabe que está de moda el fetichismo de los pies? ¿No verá películas de Tarantino? ¿O es precisamente por eso que con mucho desparpajo va por la vida provocando?
Me cruzo al lado izquierdo de la clase y al tiempo que avanzo por el pasillo contrario voy mirando uno a uno a los alumnos sentados en este otro lado. Todos tienen la cabeza baja sobre sus folios. De pronto un colorín capta mi atención, es un cordón naranja fosforito. No estoy seguro de que sea lo que creo que es pero al hacer el paseo de vuelta me aseguro de lo que he visto. No hay ninguna duda: entre dos glúteos cuyo comienzo se adivina hay un tanga de color muy vivo. De pronto escucho mi nombre. Aunque muy pocos me conocen en aquel lugar todos levantan la cabeza y me miran. Lo oigo nítido de nuevo en el silencio absoluto del examen. Mi sobrina se empeñó en grabar en mi móvil su voz gritándolo y programó mi telefonino para que sonara su grito cuando me llamara.
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Tengo calor, hace calor, cierro los ojos y cuando los abro desde la cama en la que estoy tendido veo a mi mujer muy mayor, debe tener como ochenta o noventa años. ¿Lo de selectividad ha sido un sueño? Tiene la cara triste y habla con una mujer de bata blanca. Creen que no las escucho pero aunque noto mi cabeza pesada durante unos segundos comprendo con claridad lo que dicen. La enfermera le dice a mi esposa con cara de picardía:
- "...no es raro. Algunos de los medicamentos que le estamos dando para que no sufra pueden producir sueños o visiones. Incluso pueden ser sueños eróticos. "
¿Ver un pie desnudo y el cordón de un tanga es un sueño erótico? ¡Ay, dios mío! ¡`Pa´ lo que hemos `quedao´!
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Es parte del texto que tienen que comentar en selectividad los más de ochenta alumnos que se examinan en septiembre en el aula en la que estoy yo también vigilando. El editorial de El País se queja de que en España no están suficientemente extendidos los cuidados paliativos a los enfermos terminales.
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Una joven de las que se examina lleva unas sandalias de dedo. Sentada en uno de los bancos del extremo, se ha descalzado y con toda naturalidad cruza las piernas y saca un pie desnudo, en alto, hacia a afuera por el lado del pasillo.
¿Esta chica no sabe que está de moda el fetichismo de los pies? ¿No verá películas de Tarantino? ¿O es precisamente por eso que con mucho desparpajo va por la vida provocando?
Me cruzo al lado izquierdo de la clase y al tiempo que avanzo por el pasillo contrario voy mirando uno a uno a los alumnos sentados en este otro lado. Todos tienen la cabeza baja sobre sus folios. De pronto un colorín capta mi atención, es un cordón naranja fosforito. No estoy seguro de que sea lo que creo que es pero al hacer el paseo de vuelta me aseguro de lo que he visto. No hay ninguna duda: entre dos glúteos cuyo comienzo se adivina hay un tanga de color muy vivo. De pronto escucho mi nombre. Aunque muy pocos me conocen en aquel lugar todos levantan la cabeza y me miran. Lo oigo nítido de nuevo en el silencio absoluto del examen. Mi sobrina se empeñó en grabar en mi móvil su voz gritándolo y programó mi telefonino para que sonara su grito cuando me llamara.
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Tengo calor, hace calor, cierro los ojos y cuando los abro desde la cama en la que estoy tendido veo a mi mujer muy mayor, debe tener como ochenta o noventa años. ¿Lo de selectividad ha sido un sueño? Tiene la cara triste y habla con una mujer de bata blanca. Creen que no las escucho pero aunque noto mi cabeza pesada durante unos segundos comprendo con claridad lo que dicen. La enfermera le dice a mi esposa con cara de picardía:
- "...no es raro. Algunos de los medicamentos que le estamos dando para que no sufra pueden producir sueños o visiones. Incluso pueden ser sueños eróticos. "
¿Ver un pie desnudo y el cordón de un tanga es un sueño erótico? ¡Ay, dios mío! ¡`Pa´ lo que hemos `quedao´!
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No sé si soy un profesor degenerado que sueña con recibir cuidados paliativos cuando llegue un día a viejo o soy ya un viejo sedado que sueña que aún es el profesor que ha ido con sus alumnos al examen de selectividad.
Pero degenerado, lo que se dice degenerado, yo creo que no eres.
ResponderEliminarSi usa sandalias y tanga, aprobará el examen sólo si éste es tipo test.
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