TRABAJO Y VACACIONES

Placer y dolor son complementarios. Experimentamos uno por contraste con el otro. Cada uno tiene su origen en su contrario. En mis ratos ociosos de julio están contenidos como su reverso las horas pasadas frente a los alumnos, los ratos atendiendo a las madres preocupadas por sus estudios, los miedos y desvelos del curso, los roces con los compañeros. Todo ese tiempo esclavo se da ahora la vuelta y resulta gozoso y feliz. Y más feliz éste cuanto más desdichado fue aquel.

Amancio Prada cantaba unos versos de Agustín García Calvo.“Que no haya domingo en tu vida, ni sábado más”.

La idea tiene alguna relación con la anterior. García Calvo considera muy pernicioso dividir la vida en tiempo corriente y momento de fiesta. Esperamos de la fiesta demasiado y luego quedamos decepcionados. Di hiciese caso de su enseñanza, o al menos según la entiendo, no debería “sacralizar” tanto las vacaciones. Al hacerlo me condeno a ser desgraciado necesariamente a la hora del trabajo. Primero porque las vacaciones nunca dan tanto como prometen. Estos ventitantos días han estado bien pero si pienso que ya ha pasado un tercio (y esto resbala irremediable hacia su mitad) me entristezco, no sólo porque cada vez queda menos sino porque me miro las manos y las encuentro vacías. Segundo porque si pones la vida sólo en las vacaciones te condenas a que el tiempo de trabajo sea tiempo de no-vida.

Si sólo vivimos en el ocio y mientras trabajamos somos esclavos e infelices, triste negocio hemos hecho.

La vida se puede disfrutar siempre. Algunas veces lo consigo durante el curso.En fin, la teoría la tengo muy clara. Lo que no es tan fácil es practicarla.