EL QUE ME ENSEÑÓ
Mi padre fue catedrático de dibujo en un instituto y está jubilado desde hace 18 años. También fue profesor de pintura al óleo en una escuela de Artes y Oficios. Está perfectamente de salud y como tiene mucho tiempo libre de vez en cuando se inventa alguna guerra particular que lo mantiene vivo durante un tiempo y con las armas dialécticas en plena forma. Son batallas privadas (aunque siempre afectan a alguien real, claro) que él libra en su cabeza durante unas cuantas semanas, a veces meses, siempre con una pasión mucho mayor que la que el asunto merece. En casa otra cosa no habrá, pero pasión nos sobra. Tanta lucubración, siempre termina encarnándose en algún escrito redondo dirigido al “gigante-molino de viento” en cuestión. Hace decenas de borradores, los cambia, los modifica, resume esto, quita lo otro, añade lo de más allá. Al final me entrega la versión final copiada con buena letra para que se lo pase al ordenador. Siempre con algún palabra dudosa (dos sinónimos que pueden ir uno o el otro) para que yo decida.
Cuelgo aquí el resultado de una de sus contiendas. Creo que alguno le puede resultar curioso leerlo. Conocer mundo siempre es bueno y seguro que muchos no sabíais que existe gente así.
Sr. Cura Párroco de la Iglesia de (omito aquí el nombre de la iglesia porque con internet nunca se sabe)
Estimado Padre:
El pasado septiembre hemos estado mi esposa y yo quince días de vacaciones en Punta Umbría y hemos asistido a misa dos fines de semana. Le escribo esta carta para expresarle mi disgusto por el lenguaje empleado por el celebrante (un sacerdote cuyo nombre no conocemos) en la homilía de la misa del sábado 17 de septiembre a las 8 de la tarde en esa Iglesia Parroquial.
Todos estamos ya acostumbrados a que frases y palabras malsonantes sean ahora habituales en las conversaciones corrientes e incluso se escriban en los periódicos. Por ello me pareció llevadero, hasta cierto punto, oír al celebrante decir que a San Pablo “le traía al fresco tanto vivir como morir” o que “Dios puede hacer lo que le dé la gana”, aunque en mi opinión en los dos casos desvirtuaban la enseñanza de las Lecturas.
Le decía que me pareció llevadero pero sólo hasta cierto punto, porque más adelante, para censurar, con razón, a las personas que en su relación con Dios solo piensan en ellas mismas, dijo el sacerdote que esa oración era egoísta porque no se preocupa de los demás: “¡A los demás que les den por saco!”.
Con mi mujer y conmigo asistía a la celebración una cuñada mía y los tres nos miramos con estupor.
Comprendo que ver escrita la frase en cuestión resulta sonrojante. Pero oírla de labios de un señor revestido con los ornamentos litúrgicos y al que están escuchando, con todo respeto, hombres mujeres y niños a mí me pareció sencillamente lamentable. Era como si las mismas frases indecorosas que se oyen a cada paso por la calle no se hubieran quedado fuera de la Iglesia y se diera por supuesto que se pueden usar tranquilamente desde el micrófono del altar.
Yo me pregunté entonces si este sacerdote empleará ese mismo lenguaje para hablar con su Obispo o lo emplearía en cualquier otra iglesia, por ejemplo en San Pedro de Roma o en Santa María la Mayor. Porque no es difícil imaginarlo celebrando misa en alguna capilla de esas Basílicas, pero me resulta casi imposible imaginarlo sorprendiendo al grupo de fieles “de habla española” con alguna frase “coloquial” de nivel parecido a la que nosotros pudimos oírle por los altavoces de esa Parroquia.
Estimado Padre: Como verá usted me he tomado tiempo para escribir esta carta y sinceramente creo que no la escribo por amor propio ni para molestar a este señor. He creído que debía hacerlo. Y, aunque ni remotamente me considero yo mejor cristiano que cualquier otro, tengo la esperanza de que este joven sacerdote pueda hacer suya desde ahora una norma muy sencilla: que las palabras que no puedan pronunciarse delante de Benedicto XVI (que conoce el español) tampoco pueden decirse delante de los fieles de Punta Umbría o de Lepe.
Respetuosamente le saluda...
El párroco nunca le respondió.
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pipurrax, ¿qué pasa con devisita? ¿ya no me visita?
De visita está ahora mismo trabajando. Mañana domingo por la mañana también lo hará. Es lo que tiene el trabajo independiente, pero no te preocupes, te visitará. Aunque en agosto habrá un parón.
ResponderEliminarMe parece justo lo de tu padre. Lo que ocurre es que el cura habrá visto la agresividad y el aforo de los predicadores americanos, que habrá querido incorporar alguna de sus técnicas. Te recomiendo que pongas en you tube "niño predicador" y verás lo que te digo.
Hola.
ResponderEliminarNo te veo flojo.
Tardo dos días en pasar y tengo cuatro nuevos.
Desde que Pipu se rompió la pata Devisita no es la misma.
Mola tu padre. Y el retrato que le hizo a Pilar es una pasada.
ResponderEliminar¿Pipurrax tmbién se ha roto la pata?. Ayayayayyyyyyyy a ver si es una maldición o un algo...
Hola guapetones.
ResponderEliminarLa molicie, supongo.
Catarrino, me parto de risa contigo, pero le dejo la réplica a Ana, que la bordará.
No me ha roto la pata, sino la fibra sensible, en este caso del gemelo.
ResponderEliminar¡Ójala apareciera la grácil Anita!
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