QUÉ ENTIENDO YO POR UNA MAÑANA FELIZ
Me gusta dar las clases cuanto más temprano mejor. Para mí las tres primeras son ideales. Estos últimos años en el horario siempre tengo algún un día así. Las mañanas en que estás en el instituto de primera a última son agotadores. Incluso aunque no des todas las clases, estar por allí cansa.
En las primeras horas los alumnos están más formales. Es una delicia el día que termino a la hora del recreo: las 11,20. Lo cierto es que muchos días me quedo a hacer algo. Raro es el día que escapo inmediatamente.
Supongamos que lo hago. Llego a casa a las 12. Si encuentro aparcamiento evito meter el coche en el garaje, pero es rarísimo que haya hueco a esa hora.
No subo, hago una parada en el bar de la esquina de enfrente. Me gusta mucho “la paloma” que ponen. Y la caña. Vamos a dejar para otro día lo que pienso de la masturbación pero hoy os diré que disfruto tomándome una caña solo. El primer trago de cerveza es de las mejores cosas de la vida. En lo que a placeres de los sentidos se refiere, claro. Y no me sabe lo mismo que la cerveza de lata que guardo en la nevera.
En las primeras horas los alumnos están más formales. Es una delicia el día que termino a la hora del recreo: las 11,20. Lo cierto es que muchos días me quedo a hacer algo. Raro es el día que escapo inmediatamente.
Supongamos que lo hago. Llego a casa a las 12. Si encuentro aparcamiento evito meter el coche en el garaje, pero es rarísimo que haya hueco a esa hora.
No subo, hago una parada en el bar de la esquina de enfrente. Me gusta mucho “la paloma” que ponen. Y la caña. Vamos a dejar para otro día lo que pienso de la masturbación pero hoy os diré que disfruto tomándome una caña solo. El primer trago de cerveza es de las mejores cosas de la vida. En lo que a placeres de los sentidos se refiere, claro. Y no me sabe lo mismo que la cerveza de lata que guardo en la nevera.
En este bar tienen El País y habitualmente está libre. Los estudiantes no leen el periódico. A esta hora está casi lleno de gente de la facultad de pedagogía y de magisterio que están aquí al lado. El País no lo compro nunca pero lo leo cuando puedo. La cerveza está muy rica pero es raro el día que pido otra. Alguna vez el camarero me invitó a la segunda, pero yo no me encuentro cómodo cuando me invitan y esas cosas se notan. Creo que ya no lo hace por eso.
Si tengo que ir a la carnicería ando más ligero. La carne la compro aquí cerca, a cien metros del bar. Pechuga de pollo, magro de cerdo (ambos en filetes) salchichas, huesos y carne para el cocido y algunos días hígado (Hector no lo come y por eso lo hago menos). Algunas veces me acerco a dejar la cartera a casa y ando el camino a la carnicería descargado. Otras veces cargo para allá con la cartera y para acá con la compra y la cartera. Es frecuente que la lleve llena y es una lata. Una pesadez exactamente.
Con excepción de la caña, la parte que más me gusta de la mañana es hacer la comida. Me suelo poner a la faena casi llegando a las dos. Enciendo la tele en el salón y escucho “las chicas Gilmore” (un mundo feliz en el que los problemas nunca terminan de romper la armonía existente).
Con excepción de la caña, la parte que más me gusta de la mañana es hacer la comida. Me suelo poner a la faena casi llegando a las dos. Enciendo la tele en el salón y escucho “las chicas Gilmore” (un mundo feliz en el que los problemas nunca terminan de romper la armonía existente).
Pongo el agua a hervir, pelo patatas para hacerlas “meneas”, saco el pan rayao, bato un huevo, empano los filetes de magro. Mientras se van friendo distribuyo el resto de la carne en paquetitos para congelar. Unas veces uso plástico trasparente, otras utilizando el papel de la propia carnicería y entonces pongo qué es, escrito por fuera.
A mis hijos les gustan mis filetes empanados. O al menos los alaban mucho. Yo me siento feliz de cocinar para ellos. Me sirvo un vaso de vino tinto mientras lo hago. Tengo siempre botellas. En el instituto de Pilar una vez al año piden un camión de cajas a la Rioja. Si no ha habido tiempo de tomar la caña, me abro una latita de calamares en su tinta. Me los como untando el pan, se me pasó deciros que he comprado una barra aquí al lado. Esporádicamente hago alguna escapada al salón para disfrutar de la madre y la hija Gilmore. Normalmente giro la tele y desde la cocina también consigo ver algo. En otras ocasiones escucho la tertulia política de Ana Rosa. A veces alterno hacer la comida con el ordenador en el despacho y miro el correo. Si me pongo con esto siempre termino mal, se me quedan secos los filetes o se me quema la cebolla de los macarrones.
Mis hijos no llegan hasta las tres menos cuarto. Quizás Pilar un poco antes.
Y vosotros diréis ¿Y a nosotros qué nos importa todo ésto?
Pues eso digo yo. Pero soy feliz.
Y vosotros diréis ¿Y a nosotros qué nos importa todo ésto?
Pues eso digo yo. Pero soy feliz.
Great blog, keep the good work going :)
ResponderEliminarEs fundamental disfrutar de las pequeñas cosas, sobre todo para los que no las hacemos grandes.
ResponderEliminarComo te gusta Groucho seguro que la sabes: "la vida es disfrutar de las pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna..."
No conocía la frase de Groucho. Genial.
ResponderEliminarAunque hagas grandes cosas (yo no) si no eres capaz de disfrutar de las pequeñas no vas a ningún lado. Y estos son mis principios. si no le gustan, tengo otros. (Groucho, again)
ResponderEliminarEstá bien conocer esos horarios laborales tan sumamente relajados para justificar sin complejos mi sueldo o pasar sencillamente a pedir aumento.
ResponderEliminarElías, tú no tienes que corregir pacientes en casa. Ni preparar clases.
ResponderEliminarEn todo caso, la comparación de trabajos y de sueldos es un problema insoluble. No hay manera. Por eso la gente no dice lo que gana. Ni lo que trabaja. Bueno, corrijo: dice que trabaja mucho.
Prueba a ser JE y me cuentas lo del horario
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