10 febrero, 2016

Los clásicos se me resisten.

Si los escritores clásicos tienen más valor que muchos de nuestros contemporáneos que escriben, ¿por qué solo los leen los estudiantes y obligados? ¿por qué la gente lee más a los contemporáneos que a los clásicos?

Me responde un amigo: Por su dificultad.

Pues es verdad. Leer a un clásico exige un esfuerzo similar al que tiene que hacer un joven para ver una película en blanco y negro.

Por más que lo intenté no conseguí encontrarle interés a un cuento muy alabado de Chejov, pero pensé que solo era ese cuento. Hace unos días fui al teatro en Madrid: Las tres hermanas.

Infumable. Un aburrimiento espantoso. No es que no me gustara, es que no comprendo que la obra pueda decirle algo a alguien. Varias veces le propuse a mi mujer que nos saliéramos. A mi mujer también le aburrió, pero ante mi vehemencia en contra, dice que no tanto.

Como se dice que Shakespeare nos lo enseña todo sobre las pasiones humanas me puse hace tiempo con Hamlet. No lo terminé.


Ahora, en vista de que los clásicos en vivo y en directo se me resisten voy a probar con un libro de divulgación: El libro de Shakespeare. Lo compré en Madrid en la FNAC. 

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