19 enero, 2016

Mas rojo.

Cuando alguien se mete con mi pelo, mi hijo no me defiende, al contrario, el día de la comida de Navidad, con los familiares de mi mujer, fue él quien más me criticó.


Tampoco me ha defendido frente a los vecinos. Él mismo me contaba que cuando uno de ellos, un ganadero unos años mayor que yo, le preguntó por la razón de mi teñido mi hijo se apresuró a criticar lo improcedente del asunto.

- No tiene edad para ese tipo de cosas.

Ante esa crítica el vecino se sinceró: 

"Y además... siendo profesor..."

Mi primera reacción ante este tipo de comentarios es la sorpresa. En mi ingenuidad me creo que algo tan superficial y tan sencillo no puede molestar a nadie. En todo caso divertir. Pero descubro que "epatar al burgués" aún es posible y, por lo que se ve, bastante fácil.

Muy reciente está la sorpresa y el alboroto por las rastas de un diputado. Yo que quería reprocharles a los podemitas de los ayuntamientos "haber sustituido la gestión por el gesto" tengo que callar, puesto que parece que también yo caigo en lo mismo.

¿De verdad los gestos son tan importantes?

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